El beso es reconstituyente, según acaba de descubrirse.
El análisis químico de los residuos que deja un beso tipo arrojó los siguientes resultados por cada 100 gramos de besos: 60 gramos de agua, 24 de albúmina de tejido conjuntivo; 0,8 de aluminio, hierro, tasa, magnesio, fósforo y azufre, algunos gramos de albúminas cristalizadas, grasa y sal a lo que, según el caso, debe sumarse nicotina –muy poca: ya no se fuma- y carmín de labios. ¡Quién lo hubiera dicho!, ¿no?
Se analizaron 100 gramos de besos; pero, ¿cuánto pesa un beso, un buen beso que dure lo que tenga que durar?. Sabemos lo que pesa el alma: 34 gramos. ¿Quién dijo que el alma pesa 34 gramos, quién la pesó? No André Maurois (Émile Herzog) en su novela "El pesador de almas".
Pese lo que pese, el beso actúa como multiplicador de los glóbulos rojos, según el científico alemán Wilhelm Lairner. Es más, el ósculo duplica la velocidad con que la sangre circula por el cuerpo humano.
La emoción que provoca el beso contrae las glándulas suprarrenales de secreción interna y libera una hormona cuya acción sobre el organismo es en extremo beneficiosa y llega, incluso, a multiplicar los glóbulos rojos, precisa Lairner en un detallado informe.
Asi que los anémicos están de enhorabuena. En vez de comer carne cruda o tomar aceite de hígado de bacalao -como era de rigor en inefables tiempos pretéritos- , quienes están faltos de hematíes deberán dedicarse ahora a besar a troche y moche.
Hemos de reconocer que desde el maldito aceite de ricino -desagradable fantasma de nuestra lejana niñez- hasta el beso lenguaraz y desaforado de las películas, la ciencia de Hipócrates ha recorrido un largo e interesante camino en su búsqueda de remedios que alivien los males de la humanidad doliente.
Ese largo camino lo transitaron investigadores como el señor Lairner, cuyas experiencias han debido ser mucho más agradables que las de otros investigadores que se pasan la vida revolviendo acres pócimas con varillas de cristal en sus laboratorios y persiguiendo gatos por los arrabales.
¡Cuánto le debe la humanidad a científicos como el señor Lairner, que en vez de dedicarse a pinchar conejos en la cabeza o destripar ranas, besa a las bellas y hace a posteriori anotaciones científicas en su cuaderno!
Ahora bien, ¿a cuántas mujeres habrá tenido que besar largamente Wilhelm Lairner para llegar a sus interesantes conclusiones?
Uno se ofrece desde ahora mismo como besador de mujeres, consciente de que vivimos en una época en que la experimentación científica es de extraordinaria importancia y, si bien hoy "las ciencias adelantan que es una barbaridad", como se dice en una vieja zarzuela, les queda todavía mucho por avanzar.
Todos debemos contribuir —como cobayos, si es necesario— al avance de la ciencia. Ningún sacrificio tiene que detenernos.
Ah, chicas, recuerden que… "el español cuando besa, ¡es que besa de verdad!"
El análisis químico de los residuos que deja un beso tipo arrojó los siguientes resultados por cada 100 gramos de besos: 60 gramos de agua, 24 de albúmina de tejido conjuntivo; 0,8 de aluminio, hierro, tasa, magnesio, fósforo y azufre, algunos gramos de albúminas cristalizadas, grasa y sal a lo que, según el caso, debe sumarse nicotina –muy poca: ya no se fuma- y carmín de labios. ¡Quién lo hubiera dicho!, ¿no?
Se analizaron 100 gramos de besos; pero, ¿cuánto pesa un beso, un buen beso que dure lo que tenga que durar?. Sabemos lo que pesa el alma: 34 gramos. ¿Quién dijo que el alma pesa 34 gramos, quién la pesó? No André Maurois (Émile Herzog) en su novela "El pesador de almas".
Pese lo que pese, el beso actúa como multiplicador de los glóbulos rojos, según el científico alemán Wilhelm Lairner. Es más, el ósculo duplica la velocidad con que la sangre circula por el cuerpo humano.
La emoción que provoca el beso contrae las glándulas suprarrenales de secreción interna y libera una hormona cuya acción sobre el organismo es en extremo beneficiosa y llega, incluso, a multiplicar los glóbulos rojos, precisa Lairner en un detallado informe.
Asi que los anémicos están de enhorabuena. En vez de comer carne cruda o tomar aceite de hígado de bacalao -como era de rigor en inefables tiempos pretéritos- , quienes están faltos de hematíes deberán dedicarse ahora a besar a troche y moche.
Hemos de reconocer que desde el maldito aceite de ricino -desagradable fantasma de nuestra lejana niñez- hasta el beso lenguaraz y desaforado de las películas, la ciencia de Hipócrates ha recorrido un largo e interesante camino en su búsqueda de remedios que alivien los males de la humanidad doliente.
Ese largo camino lo transitaron investigadores como el señor Lairner, cuyas experiencias han debido ser mucho más agradables que las de otros investigadores que se pasan la vida revolviendo acres pócimas con varillas de cristal en sus laboratorios y persiguiendo gatos por los arrabales.
¡Cuánto le debe la humanidad a científicos como el señor Lairner, que en vez de dedicarse a pinchar conejos en la cabeza o destripar ranas, besa a las bellas y hace a posteriori anotaciones científicas en su cuaderno!
Ahora bien, ¿a cuántas mujeres habrá tenido que besar largamente Wilhelm Lairner para llegar a sus interesantes conclusiones?
Uno se ofrece desde ahora mismo como besador de mujeres, consciente de que vivimos en una época en que la experimentación científica es de extraordinaria importancia y, si bien hoy "las ciencias adelantan que es una barbaridad", como se dice en una vieja zarzuela, les queda todavía mucho por avanzar.
Todos debemos contribuir —como cobayos, si es necesario— al avance de la ciencia. Ningún sacrificio tiene que detenernos.
Ah, chicas, recuerden que… "el español cuando besa, ¡es que besa de verdad!"
José Luis Alvarez Fermosel
c 2007
6 comentarios:
Hola Jose: estoy agregandote a BetaDir así que bienvenido!
[listarás en Personales ... en principio]
Un abrazo desde La Plata [ar]
Ok. Gracias.
¡Hola Maestro!Lo felicito por su cambio de modalidad. La web la había leído íntegra pero el blog me gusta mucho. Espero que publique mucho para leerlo seguido. Lo visitaré siempre. ¿Y la radio? No es posible que tantos directores de radio no se hayan dado cuenta de que ud. es un fenómeno! Soy Pedro de Lomas de Zamora.
¡Guau, qué texto y qué foto! No puede ser menos tratándose de un Caballero Español en todo lo inimaginable. ¡Felicitaciones! Laura - Rosario.
Pedro, gracias por tu comentario.De
la radio,por ahora en suspenso.Un abrazo.José Luis.
Muchas gracias, Laura.Con oyentes y
lectores como tú da gusto trabajar.Cariños.
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