Si es o no invención moderna,
vive Dios que no lo sé,
pero delicada fue
la invención de la taberna.
Porque allí llego sediento,
pido vino de lo nuevo,
mídenlo, dánmelo, bébolo,
págolo y vóyme contento.
(Cena jocosa, Baltasar de Alcázar)
En el vino, la verdad. Así decían los antiguos latinos: In vino, veritas. El vino acompaña al hombre desde la aparición de éste sobre la tierra, o poco después.
Yo lo llevo tomando muchos años y siempre me ha hecho bien. En mi Madrid natal solía embaularme de tanto en tanto mis buenos chatos de vino, casi siempre tinto, en tabernas de barrios populares y castizos.
En los mesones españoles el vino se sirve en jarras, a la vieja usanza, junto con un pincho de tortilla a la española, unas virutas de jamón serrano o aceitunas verdes, o negras.
Cuando vine a Buenos Aires no dejé de sentir cierta preocupación al pensar en cómo sería el vino argentino. Alguien -¡bendito sea!- me dio a probar el Chateau Montchenot de López. Me tranquilicé en el acto y recorrí y sigo recorriendo la escala de López y otras de otras bodegas. El vino argentino es muy bueno.
Mi entrañable Ernesto Bonasso, el primer director que tuve en la agencia EFE en Buenos Aires tomaba Chateau Montchenot blanco. ¡Si habremos hecho los honores al tinto y al blanco de López en restaurantes, bodegones y otros lugares de los llamados de esparcimiento y diversión!
Atilio Agassi -que me llamaba marqués, después Pepe Fechoría me bajó a conde- me desafió una tarde de verano a tomar vino blanco a la salida del diario Crónica, donde trabajábamos ambos. Nos fuimos, concluidas nuestras tareas, a un bar de las cercanías. Nos bebimos entre los dos cinco o seis botellas. Comimos un poco de queso y algunas aceitunas, eso sí.
El vino es tinto o blanco, ya se sabe -hay rosado, también, que vendría a ser una mezcla de los dos en cuanto a colores se refiere—. Entonces, ¿cómo, cuál sería el vino de la Asunción de la copla vasca?:
vive Dios que no lo sé,
pero delicada fue
la invención de la taberna.
Porque allí llego sediento,
pido vino de lo nuevo,
mídenlo, dánmelo, bébolo,
págolo y vóyme contento.
(Cena jocosa, Baltasar de Alcázar)
En el vino, la verdad. Así decían los antiguos latinos: In vino, veritas. El vino acompaña al hombre desde la aparición de éste sobre la tierra, o poco después.
Yo lo llevo tomando muchos años y siempre me ha hecho bien. En mi Madrid natal solía embaularme de tanto en tanto mis buenos chatos de vino, casi siempre tinto, en tabernas de barrios populares y castizos.
En los mesones españoles el vino se sirve en jarras, a la vieja usanza, junto con un pincho de tortilla a la española, unas virutas de jamón serrano o aceitunas verdes, o negras.
Cuando vine a Buenos Aires no dejé de sentir cierta preocupación al pensar en cómo sería el vino argentino. Alguien -¡bendito sea!- me dio a probar el Chateau Montchenot de López. Me tranquilicé en el acto y recorrí y sigo recorriendo la escala de López y otras de otras bodegas. El vino argentino es muy bueno.
Mi entrañable Ernesto Bonasso, el primer director que tuve en la agencia EFE en Buenos Aires tomaba Chateau Montchenot blanco. ¡Si habremos hecho los honores al tinto y al blanco de López en restaurantes, bodegones y otros lugares de los llamados de esparcimiento y diversión!
Atilio Agassi -que me llamaba marqués, después Pepe Fechoría me bajó a conde- me desafió una tarde de verano a tomar vino blanco a la salida del diario Crónica, donde trabajábamos ambos. Nos fuimos, concluidas nuestras tareas, a un bar de las cercanías. Nos bebimos entre los dos cinco o seis botellas. Comimos un poco de queso y algunas aceitunas, eso sí.
El vino es tinto o blanco, ya se sabe -hay rosado, también, que vendría a ser una mezcla de los dos en cuanto a colores se refiere—. Entonces, ¿cómo, cuál sería el vino de la Asunción de la copla vasca?:
El vino que tiene Asunción,
no es tinto ni es blanco,
ni tiene color.
¡Asunción, Asunción, echa
media de tinto al porrón!
Una vez, en Sevilla, donde solía beber fino La Ina, de Pedro Domecq, me entraron ganas de tomarme una copa de vino, igualmente fino, pero menos seco. Así que entré en un bar y pedí un Lebrero. Se estableció el siguiente diálogo entre el camarero y yo:
—¿Señor?—Un Lebrero, por favor.
—¿Un qué?
—Un Lebrero, un vasito, o una copa de vino de la bodega Lebrero.
—Pero, señor…
—Pero, nada; ¡deme usted un Lebrero, hágame el favor!
—¿?
—¡¡Un Lebrero, caracoles!!
—¡Paco, aquí hay un señor que quiere un lebrillo de caracoles!
Un lebrillo es una vasija de barro más ancha por el borde que por el fondo, según el diccionario enciclopédico Espasa. Lebrillo es sinónimo de alcadafe, barreño y terrizo. Ahí queda eso.
La borrachera recibe varios nombres en España, además de curda: cogorza, merluza, tajada, tomatera, tablón, castaña, media granadina (de Granada, no del jarabe del mismo nombre) y otros.
Al final de una buena borrachera hispánica hay que cantar Asturias, patria querida: una canción asturiana que más que canción es un himno. Hablando de himnos, también hay que entonar, o desentonar el de la Legión, que todos los españoles nos sabemos de memoria, hayamos servido en ella o no.
Caminaba yo un día en Madrid por la Ribera de Curtidores y en un momento dado vi que de una de las muchas tabernas que jalonan esa vía, tan popular y castiza, salía un hombre con una castaña como un piano de cola.
Dio unos bandazos a derecha e izquierda y se detuvo un instante para encender un cigarrillo. Continuó enseguida su marcha vacilante, que interrumpió para decirles un dicharacho a un par de turistas. Una de ellas hizo un visible mohín de desagrado. Simultáneamente, una señora de cierta edad poco agraciada, por cierto, que también pasaba por allí, le increpó: "¡Borracho!", le dijo para ser exactos. "¡Pues que no lo vendan!" (el vino, claro), contestó el hombre de la tajada con una lógica aplastante: si no se vendiera el vino la gente que quisiera tomarlo no podría hacerlo con mesura ni en demasía y no habría borrachos.
Muchos refranes españoles se refieren al vino. He aquí algunos: "Con pan y vino se anda el camino" -es rigurosamente cierto—, "Bueno es el vino cuando el vino es bueno", "Para que el vino sepa a vino se ha de beber con un amigo", "Si la mar fuera vino todo el mundo sería marino". Uno genial: "No soy digno de beber agua sin vino; más por remojar la palabra, beberé vino sin agua". El último es terapéutico, por así decirlo: "Después de caracoles, higos y peras, agua no bebas, sino vino, y que sea tanto que caracoles, higos y peras anden nadando".
No resistimos la tentación de transcribir como remate las líneas que siguen, leídas en un pequeño cartel adosado a una pared de la taberna Casa Morán, en la calle Marqués de Viana 42 de Madrid:
La borrachera recibe varios nombres en España, además de curda: cogorza, merluza, tajada, tomatera, tablón, castaña, media granadina (de Granada, no del jarabe del mismo nombre) y otros.
Al final de una buena borrachera hispánica hay que cantar Asturias, patria querida: una canción asturiana que más que canción es un himno. Hablando de himnos, también hay que entonar, o desentonar el de la Legión, que todos los españoles nos sabemos de memoria, hayamos servido en ella o no.
Caminaba yo un día en Madrid por la Ribera de Curtidores y en un momento dado vi que de una de las muchas tabernas que jalonan esa vía, tan popular y castiza, salía un hombre con una castaña como un piano de cola.
Dio unos bandazos a derecha e izquierda y se detuvo un instante para encender un cigarrillo. Continuó enseguida su marcha vacilante, que interrumpió para decirles un dicharacho a un par de turistas. Una de ellas hizo un visible mohín de desagrado. Simultáneamente, una señora de cierta edad poco agraciada, por cierto, que también pasaba por allí, le increpó: "¡Borracho!", le dijo para ser exactos. "¡Pues que no lo vendan!" (el vino, claro), contestó el hombre de la tajada con una lógica aplastante: si no se vendiera el vino la gente que quisiera tomarlo no podría hacerlo con mesura ni en demasía y no habría borrachos.
Muchos refranes españoles se refieren al vino. He aquí algunos: "Con pan y vino se anda el camino" -es rigurosamente cierto—, "Bueno es el vino cuando el vino es bueno", "Para que el vino sepa a vino se ha de beber con un amigo", "Si la mar fuera vino todo el mundo sería marino". Uno genial: "No soy digno de beber agua sin vino; más por remojar la palabra, beberé vino sin agua". El último es terapéutico, por así decirlo: "Después de caracoles, higos y peras, agua no bebas, sino vino, y que sea tanto que caracoles, higos y peras anden nadando".
No resistimos la tentación de transcribir como remate las líneas que siguen, leídas en un pequeño cartel adosado a una pared de la taberna Casa Morán, en la calle Marqués de Viana 42 de Madrid:
"¿Qué tiene un vaso de vino? Vale 0,45 euros y da derecho a: usar palillos, gastar servilletas, leer el periódico, ver la televisión, sentarse en una silla, ocupar una mesa, hacer aguas mayores y menores, gastar papel y agua, lavarse las manos con jabón, utilizar el secador, tirar colillas al suelo, jugar a los dados, cartas o dominó, conocer gente y reír o quejarse en voz alta. Y, encima, decir que el dueño gana mucho dinero."
.
6 comentarios:
¡Hola Caballero Español! Lo felicito por esta nota y también me gustó mucho la de Rosa de Madrid y la de los besos. Pero al llegar al final de la nota, cuando cita los refranes sobre los vinos, me acordé cuando ud. y Hanglin dialogaban desopilantemente con refranes. Escribirá refranes españoles o algo sobre los refranes, algún día? Me encantaría el tema. Abrazos. Soy Moni, de La Plata.
Delicioso de cabo a rabo tu escrito, que me ha hecho revivir situaciones como las que describes y volver a lugares comunes...
Tantos sabios y poetas de todas las épocas se han referido al vino, que no resisto la tentación de aportar algunos de sus dichos:
"El vino es la cosa más civilizada del mundo." Ernest Hemingway
"Los hombres son como los vinos: con el tiempo, los buenos mejoran y los malos se vuelven agrios." Cicerón
"¡Oh, botella sin vino! ¡Oh, vino que enviudó de esta botella!" César Vallejo
"El vino da fortaleza a los hombres fatigados." Homero
"Viva el buen vino, que es el gran camarada para el camino." Pío Baroja
"El vino es agua llena de sol." Galileo (deduzco que lo prefería blanco).
"Vino, enséñame el arte de ver mi propia historia como si ésta fuera ya ceniza en la memoria." Jorge Luis Borges
"Aceite y vino, bálsamo divino." Cervantes
"El vino siembra poesía en los corazones." Dante Alighieri
"Dijo la rana al mosquito desde una tinaja: más quiero morir en el vino que vivir en el agua." Quevedo
.........
Levanto mi copa de vino y brindo contigo por tu blog, que encuentro interesantísimo y al que auguro larga, larga vida.
Àngels
"¡Tomemos rápido, antes que nos machemos!" decía nuestro amigo, el poeta jujeño don Jorge C.
Pachi
Ángels: muchas gracias y salud y suerte para que podamos brindar por el éxito del blog, por los tuyos y por todo lo que la vida nos pueda dar de grato: tan grato como el vino. Cariños.
Pachi: Tal cual. Y recordemos que el vino puro y a menudo. ¡Salud!
Gracias, Mónica. Felicitaciones como la tuya son como un catalizador. Desde luego que en algún momento, cuando el blog deje de ser adolescente -o sea, a los 43 años- incluirá refranes.
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