lunes, 13 de enero de 2014

La Petenera




Hablábamos el otro día de mujeres de rompe y rasga inmortalizadas por coplas, tonadillas y versos que interpretaron cantantes igualmente bravías.
Una de esas hembras de aquí te espero, muy conocida en su época en España, sobre todo en Andalucía, fue La Petenera, de carácter alegre y ardiente. Era de una belleza increíble. Tenía fama de come hombres.
Esta es una de las muchas leyendas a que dio lugar: 
Dos de sus más apasionados admiradores se destacaban en su deseo de lograr sus favores, como se decía en el delicuescente lenguaje de la época -esto pasó hace muchos años-.
Los hombres en cuestión eran Gabriel, “El de los lunares”, y don Juan José, un “payo” -nativo de Andalucía sin ascendencia gitana- de Sanlúcar de Barrameda (al noroeste de Cádiz, una de las ocho provincias andaluzas, al sur de España).
La Petenera coqueteaba por igual con los dos. Juan José dejó por ella su novia, su cortijo y su hacienda. Sólo pensaba en ella y la seguía a todas partes.
Hasta que un día, en las fiestas del pueblo –baile y vino de Jerez-, La Petenera se topó con sus dos pretendientes, que ciegos de celos empuñaron sus navajas de muelles y se enzarzaron en una fiera reyerta.  
En un momento dado, La Petenera se interpuso entre los dos. Juan José, accidentalmente, le asestó una cuchillada en el costado izquierdo que iba dirigida a su contrincante.
La Petenera murió desangrada, asistida por los dos rivales que dejaron de serlo ante la culminante mediación de la Muerte.
Desde entonces ronda una copla por toda Andalucía:

“Al llegar la medianoche, La Petenera se ha muerto.
¡Qué está viva y no está viva, porque por amor se ha muerto!”

Federico García Lorca y el gran letrista de coplas Rafael de León cantaron a La Petenera, que tiene una estatua (ilustración) en Paternera de la Rivera, Cádiz.

© José Luis Alvarez Fermosel

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