lunes, 25 de agosto de 2014

Fría y rígido



Pues señor, había una vez, allá por los tiempos de María Castaña, un matrimonio rico y mal avenido.
El marido planeó en una oportunidad, a pesar de que tanto él como su mujer gozaban de buena salud, encargar las lápidas de las tumbas de los dos antes de que abandonaran este valle de lágrimas.
Su mujer no se opuso y el trabajo se encargó y se puso en marcha.
En la losa correspondiente a su mujer, el marido hizo grabar el siguiente epitafio: “Aquí yace Fulana de Tal, por fin fría”.
La esposa mandó a su vez a los operarios tallar en la lápida de su marido: “Aquí yace Mengano de Cual, al fin rígido”.

© J. L. A. F.

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