martes, 19 de noviembre de 2013

En torno a la degradación del castellano

Hay una manera de degradar permanentemente la humanidad, y ésta es destruir el lenguaje. (Northrop Frye)

Con el rifirrafe electoral y las subsiguientes declaraciones, un día sí y otro también en los medios –sobre todo los audiovisuales-, salieron a relucir expresiones que bastardean el lenguaje español, mezclándose con las que ya hicieron callo desde hace mucho tiempo y no hay quien las saque, ni con tenazas, de uno de los idiomas más ricos y más hermosos del mundo, como el nuestro, que merece mejor trato.
Así, se oye decir mu por muy, toos por todos, pueo por puedo, ta bueno por está bien, d‘acuerdo por de acuerdo, cónyugue por cóyuge
Ya no hay modo ni manera de convencer a nadie de que confrontar no es sinónimo de enfrentar, sino de comprobar, verificar, cotejar...
En lo que se refiere a los significados, y por poner un solo ejemplo, de la política ha salido el término contrucción –sin la s intermedia- como proyecto, logro o partido.
Siguen vigentes los latiguillos de siempre, como éste, no cierto, digamos, vuelvo a repetir, o vuelvo a reiterar –alguien dijo el otro día: ¡Vuelvo a repetir otra vez!-, ¡a ver…!, como que
María Elena Walsh decía en su excelente libro Diario brujo: La indigencia de lenguaje es resultado del desbarajuste educativo, es síntoma de profundas iniquidades, de un despojo cuyo solo enunciado vale más que mil estadísticas. Tratar a fondo sus causas rebasa ya las ciencias sociales e incumbe a la patología.
A continuación recordaba que los pobres y la gente de humilde extracción en general suelen ser modelos de corrección, saben muy bien lo que quieren decir, lo dicen bien y todo el mundo los entiende.
María Elena Walsh concluía atribuyendo el desmadre lingüístico a gente educada, de clases media y alta que discursea sin sospechar hasta donde es un predador de la sociedad civilizada. Y aquí chocamos una vez más con la pedantería, la afectación, la ampulosidad, la vacuidad y la suficiencia del esnob, personaje característico si los hay de estos locos tiempos. ¡Qué loco, ché!
El mu, el toos y… “ainda mais” se han puesto de moda. Y ya se sabe lo importante que es hoy en día seguir la moda a rajatabla, la que sea.  
 
© José Luis Alvarez Fermosel

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