miércoles, 6 de noviembre de 2013

Réquiem de urgencia por un hombre bueno

Murió el actor Juan Carlos Calabró en Buenos Aires, a los 79 años. Recientemente se le había premiado con un Martín Fierro.
Solía verle en los viejos tiempos de la cantina “Il Vero Fechoría”, del gallego Pepe Alberte, adonde íbamos todos. Siempre le acompañaba Coca, su mujer.
Seguí con interés su brillante carrera, que supo conciliar perfectamente con su vida familiar.
Era muy buen actor, muy dúctil, muy completo y un excelente caricato. Una de sus mejores creaciones fue “El Contra”, personaje por el cual seguía recordándosele hasta el día de hoy.
Era un hombre serio, en toda la extensión de la palabra y en la mejor de sus acepciones, lo cual no quiere decir que no tuviera gracia, que no se riera.
Era también un hombre bueno, a quien todo el mundo respetaba y quería en un ambiente como el artístico plagado de resentimientos, envidias y traiciones.
El estuvo por encima de todo y cosechó tantos aplausos y premios como amigos, como le pasa  a todo buen artista que es a la vez una bella persona.
Se nos está yendo gente de primera, muy valiosa, gente de otra época, cuyo lugar no es ocupado por nadie, hoy en día.
Entonamos este réquiem de urgencia por Juan Carlos Calabró con tristeza. Aunque no frecuenté su trato, le sentí amigo, con ese sentimiento que inspiran los actores cuando te hacen pasar buenos ratos desde el teatro, el cine y la televisión y además sabes que son impecables en su vida privada.
Siempre le admiramos, como artista y como ser humano.
Nos queda su recuerdo y su ejemplo, que todo artista debería seguir.
Un detalle: nunca dijo una mala palabra ni cometió una grosería en escena, como es práctica común ahora, en el medio siglo que duró una carrera constelada de éxitos que no se le subieron a la cabeza, como también es de rigor.


© José Luis Alvarez Fermosel

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