miércoles, 11 de junio de 2014

De la corona a la cocina



Flora, como se sabe, es el conjunto de las distintas plantas –especies no cultivadas- de un país, o zona, o de un medio determinado. También es nombre de mujer, e incluso de una cierta gata caprichosa...
Vegetación y flora son dos cosas distintas. Un bosque de pinos forma una rica vegetación porque reune muchos árboles, pero tiene una pobre flora, ya que todos sus componentes son de la misma especie.
Además de alegrar nuestros sentidos, plantas, flores, frutas, hojas y aun raíces son muy buenas para la nutrición y la medicina. La farmacopea y la cosmética las utilizan regularmente.
Sentado en el jardín, al lado de un pino, tomando un té con limón y con una caja de pastillas Juanola -hechas a base de regaliz- contra la tos, uno advierte que la floración de los almendros se ha adelantado este año.
En el jardín de mi vieja y querida casa de la Dehesa de la Villa, los almendros florecían después de la última nevada, a finales de febrerico el loco. Alguna vez me tocó ver florecidos los cerezos de la Casa Blanca en Whasington, pero no pude asistir nunca al magno Festival  Nacional de los Cerezos en Flor. 
Las hojas de los árboles, no ya las flores, dan lugar a canciones y se las cita en charlas y en crónicas poéticas cuando caen en las calles en otoño, tendiendo una irregular alfombra dorada y púrpura que cruje bajo nuestros zapatos.
El simbolismo de muchas plantas que ocuparon un sitial en la historia y la mitología se ha viciado en los tiempos modernos, como tantas otras cosas.

El laurel

Tenemos el caso del laurel (Laurus nobilis), que es un árbol siempre verde, de tronco liso, hojas oblongas, duras, lustrosas, de color verde oscuro, muy aromáticas y fruto en drupa (1) de color negro. Florece en primavera y sus frutos maduran en otoño.
La madera de laurel es muy dura. Se utiliza en Andalucía –en el sur de España- para trabajos de marquetería.
Siempre se dijo que el laurel protegía contra los rayos. Plinio el Viejo recogió esta creencia, asegurando que no conoció casa alguna en cuyo jardín hubiera laureles que fuera alcanzada por un rayo.
El aceite obtenido de sus frutos es un tónico estomacal. Antiguamente se usaba para tratar inflamaciones osteoarticulares.
Según la mitología, el laurel es la transformación de la ninfa Daphne, a quien su padre, Peneo, salvó de la persecución de Apolo, convirtiéndola en laurel.
De ahí, Apolo cortó dos ramas y las trenzó, elaborando una guirnalda triunfal, de las que posteriormente ceñirían las sienes de los generales y emperadores de Roma. Esos lauros llegaron hasta nuestros días como símbolo de victoria.
En el reino vegetal todos los colores riman… De ahí la armonía que conjugan el rojo fuerte de las flores de Pascua… y el verde profundo de los laureles de Indias, dice el escritor español Miguel Delibes en su libro Mundo.

Bajón

Ya no se hacen coronas de hojas de laurel. Digo más: el laurel ha descendido notablemente en la escala de valores desde que con sus hojas se trenzaban coronas, o prestaba su nombre para condecoraciones, como la hispánica Cruz Laureada de San Fernando.
Las hojas de laurel cayeron en cazuelas y ollas para aromatizar mesocráticos guisos de lentejas o de judías (2) con chorizo.
Dice Bernard Imm en su libro Verduras: “(…) un poquito de azúcar, tomillo y una hoja de laurel”.
Los lauros escasean estos días. Poca gente puede dormirse sobre sus laureles. Entre otras cosas porque el laurel está en la cocina, y no en la noble testa de caballeros que buscaron el Santo Grial, o descubrieron en recónditos laboratorios remedios para la humanidad doliente, quemándose las pestañas de tanto estudiar durante muchos años.
Al bajar ayer de un autobús sorprendí parte de una conversación entre dos señoras que intercambiaban consejos prácticos para mantener impolutas sus cocinas. Una, la de más edad, le decía a la otra:

- Te aseguro que no falla. Pones dos hojas de laurel en el lugar por el que has visto salir a las cucarachas y se quedan tontas, como muertas, vaya.

¡De florones de coronas, las hojas de laurel han pasado a ser cucarachicidas!

(1) Todo fruto carnoso con hueso dentro
(2) Alubias, porotos.

© José Luis Alvarez Fermosel

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