domingo, 15 de marzo de 2009

Los justos

Hubo un Borges sencillo, buen observador, intuitivo, amante de las cosas simples de la vida, que difería del Borges introvertido y oscuro, agobiado por la melancolía. El Borges con el que yo conversaba con frecuencia en el (desaparecido) café Saint James de la avenida Córdoba de Buenos Aires, que hablaba de lo poco que le gustaban los espejos, de cuchilleros, “cow boys” y bastones.
El poema que va a continuación pertenece a ese Borges sencillo y entrañable, olvidado del sarcasmo. El presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, lo escogio para leerlo en el palacio de la Moncloa, sede gubernamental, pocos días antes de la boda del hijo del rey Juan Carlos Primero de Borbón, el príncipe Felipe y doña Letizia. Zapatero se refirió a este poema del gran escritor argentino diciendo que lo consideraba como “una imagen de los que se aman porque comparten”.

Los justos
Jorge Luis Borges


Un hombre que cultiva un jardín, como quería Voltaire.
El que agradece que en la tierra haya música.
El que descubre con placer una etimología.
Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez.
El ceramista que premedita un color y una forma.
Un tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada.
Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto.
El que acaricia a un animal dormido.
El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.
El que agradece que en la tierra haya Stevenson.
El que prefiere que los otros tengan razón.
Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo.

2 comentarios:

El Titán dijo...

Simplemente hermoso y arquetípico como todo lo de él...

Anónimo dijo...

En efecto, Titán. Gracias por escribir y un abrazo.