miércoles, 14 de diciembre de 2011

¡Ni en compota!

La fruta prohibida es, o fue la manzana, sabido es. Según la Biblia se la comieron a dúo quienes ese libro sindica como nuestros primeros padres, que merecieron un castigo a todas luces desproporcionado, en nuestra opinión, porque la manzana es una fruta sosa –o ácida- y aburrida, también en nuestra opinión y no merece la pena robarla para comérsela, y menos un castigo ni siquiera mínimo para los ladrones.
El cuento de que estemos debatiéndonos en este valle de lágrimas, en vez de en otro lugar más simpático, porque a una pareja “in pudibus naturalibus” se le ocurriera comerse una manzana, ¡precisamente una manzana!, de un árbol en un huerto, no tiene ninguna gracia.
Pasó el tiempo y la manzana adquirió predicamento, injustamente, sobre todo si se la compara con frutas como la chirimoya, el mango, el melón, la fresa, el kiwi y un largo, interminable etcétera. Nos referimos a su sabor.
Los fanáticos de la manzana denominan Deliciosa a una clase de esa fruta que sabe a medicina. Hablando de medicina, galenos y dietistas dicen que la manzana es muy buena para la salud. Los americanos dicen “An apple a day keeps the doctor away”, una frase con intención de eslogan que en español quiere decir, más o menos, que comer una manzana al día alejará al médico de  nuestra puerta, porque estaremos sanísimos.

Incordiante y desmesurada

La popularidad de la manzana ha ido haciéndose poco menos que inconmensurable. Fue motivo de un pleito en Troya que dio origen a una guerra. Robar la manzana de oro del Jardín de las Espérides fue el undécimo trabajo del sufrido Hércules.
Saliendo de la mitología y entrando en la realidad, ingresó en el urbanismo, dándole su nombre a la reunión de cuatro calles a la redonda. A Nueva York se la llama “The Big Apple”, La Gran Manzana en español.
Una gigantesca empresa de informática que perteneció al raro genio Steve Jobs, recientemente desaparecido, se llama “Apple”.
Casi nos dejábamos en el tintero a la manzana que se le cayó en la cabeza a Newton. Como el tío era muy listo, en vez de comérsela la utilizó para descubrir la ley de la gravedad.
La bruja quiso cargarse a la pobre Blancanieves con una manzana envenenada.
Siempre que un gusano asoma la cabeza desde el interior de una fruta, la fruta es una manzana. Y cuando se habla  de una fruta podrida, que si se echa en una banasta donde hay otras sanas las puede pudrir, esa fruta es una manzana. De alguien que es más bien cabroncete se dice que es “una manzana podrida”.

Bebidas sosas

Con las manzanas se hacen algunas bebidas, un tanto insípidas, como la sidra, y una que no está mal y se bebe mucho en Francia: el Calvados, procedente de Normandía, que se destila a partir de la sidra. Si en la etiqueta de la botella figura el nombre de Vallée d’Auge, el contenido es de buena calidad.
Los norteamericanos elaboran un licor bastante alcohólico con pomelo y naranja aromatizados con miel. Lo llaman “Forbidden Fruit”, Fruta Prohibida en español, como llamaron a la manzana en sus principios.
Algún amigo argentino reivindica el panqueque de manzana. Es mejor el de banana. Por lo menos, a mí me gusta más.
La manzana, eso sí, es muy democrática. Tanto que no le importa ser introducida por el trasero del pavo de Navidad, antes de que éste ingrese en el horno. Dicen que le da muy buen sabor.

© José Luis Alvarez Fermosel

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