miércoles, 6 de junio de 2012

Tal vez se haya ido a su asteroide

Fue un pionero, o mejor, un visionario, un taumaturgo. Sabía todo lo que iba a pasar. Y lo fue diciendo.
Pero se quedó corto; no quiso decírnoslo todo para que no nos muriéramos de espanto.
Lo mismo le pasó a Emilio Salgari con sus Maravillas del año 2000.
Escribió como dicen que tienen que torear los toreros: en corto y por derecho.
Se llamaba Ray Bradbury, era americano de California, tenía 91 años.
No fue uno de los mejores escritores de ciencia ficción, sino de fantasía, de realismo épico. Uno lo leía, se estremecía y se daba cuenta de que estaba iluminado por un resplandor especial que venía de un raro lugar azul y frío.
No ha muerto, como dicen. Se ha ido a otra galaxia, harto de vivir en este mundo vacuo, deshumanizado e idiota. O quizá esté en su asteroide (1).
Desde allí nos observará como un entomólogo a sus insectos. Ya está a salvo.
Mientras tanto, Montag (2) se ha dado una tregua.

(1) Alusión al asteroide llamado Bradbury en su honor
(2) Personaje principal de la que quizá fuera su obra más famosa: Fahrenheit 451.

© José Luis Alvarez Fermosel

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