jueves, 5 de marzo de 2009

El Duque

El Duque –dicho así, de modo antonomásico- aquí presente, es persona de interés internacional, y reviste varias peculiaridades, algunas tan poco comunes que, ocasionalmente, provocan una cierta inquietud. Ha llegado a decirse de él que posee el don de la ubicuidad que, como todo el mundo sabe, consiste en estar presente al mismo tiempo en varios lugares.
No hay comprobación oficial al respecto. Quizás esa presunción haya tenido origen en la movilidad especial que caracteriza a este noble –por linaje y por espíritu- personaje: un don notabilísimo que le permite desplazarse rápidamente, sin que se note, sin que nadie lo vea, de su feudo de San Isidro, por ejemplo, a la Casa del Habano, donde adquiere algún cigarro puro con aire de agente secreto, o de conspirador.
De ahí salta a un bar elegante, donde ingurgita un “etiqueta negra”. E inmediatamente se va a Córdoba –por vía aérea-. Regresa y corre a su estudio de abogado.
Todo ello a gran velocidad, pero con una velocidad, repetimos, que parece lentitud. Es que no se nota que se mueve, que va y viene, y hace un trámite tras otro, y una visita tras otra. Mientras tanto, naturalmente, habla por su IPod y recibe y contesta mensajes de texto.
Su discreción es extrema. En verano viste ropas claras que, sin embargo, se mimetizan con las sombras del atardecer en barrios con árboles, en vez de tejer una trama de oscuros y albos contrastes, a lo Paul Klee.
Así que el Duque es capaz de fundirse con el paisaje, como un ninja bonachón, amante de las bromas.
Mira como los nuevos actores de Hollywood, dejando caer el mentón hacia el pecho y levantando sus pequeños ojos hundidos, hechos de lapislázuli para resistir mejor el reflejo del sol en las cumbres de los Alpes, cuando practica allí parapente.
A veces se va a Ushuaia y se pierde por helados recovecos. Aparece de pronto con un gorro azul, un whisky en la mano y la vista al frente. Si se fijan en la foto, el Duque, en realidad, no sujeta el vaso, que flota y roza los dedos que parecen asirlo. ¡Qué extraordinario!
Es fama que el Duque habla a veces “sotto voce” en alemán con su perro “schnauser” Timoteo. El Duque habla siempre en voz baja.
- ¡Hombre, si está en un estudio de radio, aunque la luz no esté roja, por precaución…! Además, recuerde que usted es un poco sordo.
- ¡Y usted un poco gilipollas!
- No se enfade, no se enfade…
- No, si no me enfado. Lo que me llama la atención es que el Duque hable en voz baja, siendo tímido. Los tímidos suelen hablar en voz alta, para sobrecompensar.
El Duque es hombre de buen ánimo y buenos modos, tiene sentido del humor, es generoso y cordial, la talabartería y los carruajes antiguos son para él una cuestión de familia.
- ¿No le encuentra usted un parecido con el actor Donald Pleasence, cuando hizo de Blofeld?
- ¡En absoluto! El Duque tiene un rostro compacto, un poco pétreo, con hundimientos y salientes, y la barbilla un poco prominente, como los hombres de carácter. No le veo ningún parecido con el presidente de S.P.E.C.T.R.E.
- Bueno, y a todo esto, ¿quién es el Duque?
- Un amigo mío. Se llama Alberto E. Villegas.
- E…, ¿de qué?
- ¡De egregio!



© José Luis Alvarez Fermosel


8 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Caballero Español: Ud. es maravillosamente sensacional para describir a su amigo. Yo no recuerdo haber leído jamás un retrato de una persona tan bien descripta. Lo que ud. hace es una foto perfecta con las palabras. Hace volar con la imaginación. Por cierto, tiene razón con lo del vaso de whisky. Tengo la impresión que su amigo lo quiere agarrar pero el vaso pasa para ser visto y nada más. Mil felicitaciones de un admirador suyo. Lo sigo siempre: en el blog y en la radio. Un gran abrazo. Andrés (Mardel)

Anónimo dijo...

Andrés: Así que tú también has visto lo del vaso... Para mí que el Duque tiene poderes extrasensoriales. Muchas gracias por tu mensaje y por tus elogios, tan estimulantes. Gracias también por escucharme por la radio. Un fuerte abrazo.

Anónimo dijo...

Buenísimo, Caballero Español. Otro post buenísimo. No podía ser menos. Le pregunto: ¿el vaso no será una ilusión optica? ¿o acaso un fantasma? Lo felicito y le mando un abrazo. Roberto (Pcia. de Córdoba)

Anónimo dijo...

Roberto: Puede que se trate de ambas cosas, o de una demostración de un poder extraño, pero benéfico como el whisky, de nuestro querido Duque. Gracias por tu mensaje y un abrazo.

Anónimo dijo...

¡¡Sí, totalmente, Caballero!! El vaso que sea lo que sea (fantasma, ilusión optica, etc.) pero para mí que su amigo pudo beberse el contenido. ¡Con ese frío! Cada vez mejor está el blog y extraño su ausencia en la radio. Gracias y un beso. Lola (de Gonnet)

Susan.B dijo...

Hola Jose, te extrañamos en la radio.Hoy he recibido por error un comentario que es para Lola.Ayer me llegaron dos que eran para Roberto.Y realmente, mi original comentario sobre El Duque, no lo publicaste.
El Duque lleva una hermosa vida, elusiva y misteriosa.Es nuestra versión Argentina de Gene Hackman con ojos azules.
Regresa pronto.Un abrazo.Susan4

Anónimo dijo...

Lola: El Duque, indudablemente, se bebió el whisky. Y lo bien que hizo. Gracias por tus elogios. El martes o miércoles me tendrás de nuevo ante el micrófono. Un beso.

Anónimo dijo...

Susan4: A Lola y a Roberto los escribí contestando sus mensajes, tal como te estoy respondiendo a ti ahora. No entiendo cómo dices que los recibiste tú. A lo mejor es que los viste aquí y pensaste que eran para ti. La semana que viene estaré de nuevo en la radio. El Duque, según escriben, se parece a varios artistas. ¡El es un artista! Cariños.