Estábamos la gitana y yo bajo la luna de agosto, en un extremo del barrio granadino del Sacromonte, en los prolegómenos de lo que ambos pretendíamos que fuera un hermoso “scrimmage”. Yo era muy joven, ella no tanto.
En un momento dado, la gitana me susurró:
- No hueles a hombre.
- ¿Cómo? -le dije yo, indignado
- Claro -me respondió-: un hombre tiene que oler siempre a sudor, a vino y a tabaco.
Hace ya mucho tiempo que el hombre carpetovetónico suda menos, o nada, toma poco vino –le da más por el cava, el whisky, el pacharán y el cubata de ron con Coca-Cola- y no fuma.
Y, además, se perfuma, y lo bien que hace, pues eso no tiene nada de malo, y si no, que lo digan ellas, quienes deben ser receptoras definitivas y últimas de todo lo bueno que hagamos, incluído usar loción para después de afeitar, desodorante y colonia.
En España nos poníamos en una época en la cara, después de afeitarnos, Varón Dandy, Acqua Velva (azul) y nos perfumábamos con aquella colonia tan rica, que olía a limón, de Alvarez Gómez y los productos de Gal.
Años más tarde, cuando vinieron a España los americanos, a construir las bases militares conjuntas, nos dio por usar todos los productos de Old Spice y de Yardley.
El Agua Brava estuvo de moda hasta hace poco tiempo y algunos elegantes, como Marcelino Calvo -ex Banesto- le guardaron fidelidad eterna.
Cuando terminamos de sofisticarnos empezamos a utilizar toda la amplia gama de lociones, colonias e incluso extractos para nosotros, los machos, pero limpitos y oliendo bien, de Paco Rabanne, Molineaux, Victor, Lancôme, Bogart y otros grandes perfumistas.
Y es que lo cortés no quita lo valiente, ni se es menos hombre por oler a lavanda de Atkinson o a Vetiver, de Puig.
Los metrosexuales, que también son machos, exageran un poco, depilándose, poniéndose mascarillas por las noches, cremas contra las arrugas y otros productos embellecedores. Los usan a discreción, es decir, sin ninguna discreción. A ellas les gusta, ¿o no? No se sabe. En estos tiempos ya no sabe uno nada.
Lo último de lo último son los perfumes a medida que prepara la experta alemana Kimm Weiswange a personalidades de la “jet set” como Madonna, Michelle Pfeiffer, el príncipe Carlos de Inglaterra, María Glen y Glenn Close.
Un “eau de toilette” hecha a medida cuesta de 190 dólares el frasco en adelante.
La perfumista desarrolla perfiles personales de aroma después de leer los currículos de sus clientes, en los que se especifican sus preferencias, sus comidas favoritas y el efecto que desean que les produzca un perfume, ya sea estimulante o calmante.
Una clave más del posmodernismo.
En un momento dado, la gitana me susurró:
- No hueles a hombre.
- ¿Cómo? -le dije yo, indignado
- Claro -me respondió-: un hombre tiene que oler siempre a sudor, a vino y a tabaco.
Hace ya mucho tiempo que el hombre carpetovetónico suda menos, o nada, toma poco vino –le da más por el cava, el whisky, el pacharán y el cubata de ron con Coca-Cola- y no fuma.
Y, además, se perfuma, y lo bien que hace, pues eso no tiene nada de malo, y si no, que lo digan ellas, quienes deben ser receptoras definitivas y últimas de todo lo bueno que hagamos, incluído usar loción para después de afeitar, desodorante y colonia.
En España nos poníamos en una época en la cara, después de afeitarnos, Varón Dandy, Acqua Velva (azul) y nos perfumábamos con aquella colonia tan rica, que olía a limón, de Alvarez Gómez y los productos de Gal.
Años más tarde, cuando vinieron a España los americanos, a construir las bases militares conjuntas, nos dio por usar todos los productos de Old Spice y de Yardley.
El Agua Brava estuvo de moda hasta hace poco tiempo y algunos elegantes, como Marcelino Calvo -ex Banesto- le guardaron fidelidad eterna.
Cuando terminamos de sofisticarnos empezamos a utilizar toda la amplia gama de lociones, colonias e incluso extractos para nosotros, los machos, pero limpitos y oliendo bien, de Paco Rabanne, Molineaux, Victor, Lancôme, Bogart y otros grandes perfumistas.
Y es que lo cortés no quita lo valiente, ni se es menos hombre por oler a lavanda de Atkinson o a Vetiver, de Puig.
Los metrosexuales, que también son machos, exageran un poco, depilándose, poniéndose mascarillas por las noches, cremas contra las arrugas y otros productos embellecedores. Los usan a discreción, es decir, sin ninguna discreción. A ellas les gusta, ¿o no? No se sabe. En estos tiempos ya no sabe uno nada.
Lo último de lo último son los perfumes a medida que prepara la experta alemana Kimm Weiswange a personalidades de la “jet set” como Madonna, Michelle Pfeiffer, el príncipe Carlos de Inglaterra, María Glen y Glenn Close.
Un “eau de toilette” hecha a medida cuesta de 190 dólares el frasco en adelante.
La perfumista desarrolla perfiles personales de aroma después de leer los currículos de sus clientes, en los que se especifican sus preferencias, sus comidas favoritas y el efecto que desean que les produzca un perfume, ya sea estimulante o calmante.
Una clave más del posmodernismo.
© José Luis Alvarez Fermosel
2 comentarios:
¡¡¡Buenos días José Luis!!!.
Aún recuerdo el olor típico del mejunje con el que te mojaba el pelo el barbero cuando ibas a pelarte, que era mayormente agua y algo de una colonia barata, pero que en aquéllos tiempos a mí me olía a gloria.
Con respecto a la colonia Álvarez, te puedo decir que mi tío, que vivía en Dóctor Esquerdo, a la altura de Saínz de Baranda( caso Jarabo ) la usaba para mojarse el pelo y peinarse, dejando ese olor a limón que mecionas en el cuarto de baño, que a mí me alegraba el alma, cuando me quedaba a dormir en su casa. En esos tiempos los españoles, aún no nos depilábamos, pero cantábamos y silbámamos en cualquier lugar ( hoy practicamente, ya nadie silba ). Recuerdo que a través del patio de luces de la casa de mi tío Pascual, se podía escuchar cantar coplas a una gaditana que " servía" en uno de los pisos del edificio . Una mañana me mandaron a comprar los churros para el desayuno a la señora que frente a casa en la acera, los vendía atados a un junco verde. Al salir al portal me topé con la lozana andaluza cantora,que también iba a comprar churros. Mi corazón dió un vuelco al contemplar la belleza de aquélla hermosa muchacha ( yo quince años y con todas las hormonas a flor de piel). Fueron pocas la palabras cruzadas, pero muchas las miradas a sus torneadas piernas y su hermoso semblante, con aquéllos ojos color de miel. Desde entonces cada mañana que pasaba en casa de mi tío, esperaba impaciente a que sonara "La Zarzamora" . Ese recuerdo de olor a colonia, frescas mañanas madrileñas, churros calentitos y la Zarzamora, unidos a la bella imagen de María Luisa,- que así se llamaba mi bella andaluza-, me acompaña siempre y me transporta a otros tiempos.
Ni que decir, amigo José Luis, que sigo usando la colonia " Alvarez ", que es el regalo que siempre recibo por mi cumpleaños.
Un saludo José Luis, alias " el último romántico ".
Te sigo escuchando en R10, con ese magnífico equipo que tenéis.
armando moyano
PD :
¿Podrías hacer una entrada sobre el organillo?.
He leído cosas muy curiosas sobre éste instrumento, tan típicamente madrileño, que al parecer nos vino de afuera.
http://www.alvarezgomez.com/comercio_alvarezgomez/culture.aspx
En todo caso, amigo Armando, somos tú y yo "los dos últimos románticos", que evocamos un pasado de colonias con olor a limón, hermosas mujeres andaluzas, churros calientes atados con un junco y canciones inolvidables como "La Zarzamora", que nadie sabía lo que tenía, pero que iba llora que llora por los rincones... Como aquí no hay colonia Alvarez Gómez -la que usábamos todos en mi casa de la Dehesa de la Villa-, me desquito cuando voy a Madrid y hago un buen acopio de ella.
Tu carta es una belleza. Ahí está ya, en mi "blog", y no sabes cómo te la agradezco. Expresiones como esas nos estimulan a cuantos seguimos garrapateando cuartillas, animándonos a permanecer en la brecha. Mil gracias y un abrazo.
P.D.: Tal vez, en honor a ti, escriba un día de éstos algo sobre el organillo.
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