miércoles, 5 de mayo de 2010

La impuntualidad, la descortesía de todos

Alguna vez se dijo que la puntualidad era la cortesía de los reyes. Eso fue hace siglos. La puntualidad no es ahora la cortesía de nadie.
Todo el mundo llega tarde a todas partes. El tiempo parece haberse convertido en algo abstruso, difícil. Las horas ya no tienen 60 minutos y los minutos 60 segundos. Al menos es lo que piensa la legión de impuntuales que cree que en una hora puede hacerse lo que puede hacerse en dos. Esta es la clave de la impuntualidad.
Eso y el desorden. Por lo general, el impuntual es desordenado, y viceversa. Lo malo es que la impuntualidad trasciende ya lo social y se extiende a lo laboral.
Tradicionalmente los latinos somos más impuntuales que los anglosajones y los asiáticos –los japoneses entre los últimos-. En algunos países sudamericanos se dan bonos a los pocos empleados que llegan puntualmente a sus trabajos.
La impuntualidad es en estos tiempos algo común y corriente, un concepto maleable –dice Carolina Pierro en La Nación-; algo normal y, en poco tiempo más, tal como van las cosas, será “cool”, que es lo máximo que se aspira a ser en este siglo tan raro.
© J. L. A. F.

2 comentarios:

cynthia dijo...

Es muy real, todos llegan tarde a todos lados como si esto fuera algo normal. Nadie se sorprende de llegas 10´ una una hora tarde....

Caballero Español dijo...

Sí, Cynthia, es tal como dices. Todo el mundo llega tarde, lo cual es una manera de robarnos nuestro tiempo. Gracias por escribir. Cariños.