En uno de los
capítulos de una serie de televisión policiaco-humorística, un personaje le
pregunta a otro en un momento dado, hablando como están de zombies, vampiros y
otras hierbas:
- ¿Y a ti quién te
gustaría ser?
- ¡Van Helsing!
–contesta sin dudarlo el personaje en cuestión, que es una mujer, muy guapa,
por cierto.
Volvió a mi memoria
-de la que se había ido-, el doctor Abraham Van Helsing, incansable perseguidor
del conde Vlad Drácula.
Bram Stoker escribió
la novela “Drácula” en 1897. No inventó la leyenda de los vampiros humanos,
pero la influencia de su tétrico personaje fue enorme.
Se hicieron
infinidad de obras de teatro –incluídos varios musicales-, películas, series de
televisión e historietas, una de ellas del argentino de origen uruguayo Alberto
Breccia.
La obra del irlandés
Stoker, escrita como una sucesión de epistolas, toca otros temas como el sexo,
el papel de la mujer en la época victoriana, la inmigración y el folklore.
La historia del
conde Drácula, señor de un castillo en los montes Cárpatos, tiene todos los
rudimentos de los relatos de vampiros, más algunas particularidades tomadas de
la historia del hombre lobo.
Drácula no podía
verse en ningún espejo, ni soportar la luz diurna. Comandaba ejércitos de
lobos, repugnantes alimañas y hacía bajar la niebla a su antojo, con el fin de
alcanzar sus siniestros objetivos.
En las primeras
páginas de la novela, Bram Stoker insinúa la seducción que constituye una de
las peculiaridades del vampiro: “En un castillo decadente, en un paisaje
invernal y solitario, un hombre cultivado, aristocrático y atemorizante franquea
la entrada a un joven inglés con una frase clave: ‘Entre usted libremente y por
su propia voluntad’”.
Van Helsing
El doctor Seward,
antiguo alumno de Van Helsing y uno de los tres pretendientes de Lucy Westenra
–los otros dos son Arthur Holmwood y Quincey Morris (un millonario de Texas)-
llama a su ex profesor, que es doctor en medicina, filosofía, letras, otras
materias y experto en dolencias oscuras a fin de que examine a la señorita
Westenra, que parece haber sido vampirizada.
Van Helsing comienza
a desarrollar un trabajo ímprobo para salvar a Lucy Wastenra, que en efecto ha
sido víctima de un vampiro.
Esa tarea le llevará
a recorrer lugares como Viena, Budapest, el desfiladero del Borgo –paraje real
donde ubica Stoker el castillo de Drácula; hoy existe en la zona un hotel para
turistas-, el Bósforo, el estrecho de Gibraltar, el canal de la Mancha, el
golfo de Vizcaya y Londres, entendiéndoselas con personajes de distintas
etnias: inglesa, alemana, eslovaca, magiar, judía, sajona, turca, rumana, rusa,
estadounidense y sícula, de la que dice descender el conde Drácula.
Van Helsing es
neerlandés, de edad avanzada, está inspirado en Gerard van Switch, un médico
que trabajó para la emperatriz austríaca María Teresa y se encargó por orden de
ésta de llevar a cabo los primeros estudios sobre vampiros.
Actores de
primerísimo nivel encarnaron a Van Helsing en el cine, entre otros Peter
Cushing, Laurence Olivier, Anthony Hopkins y Mel Brooks en una versión
humorística en 1945.
También apareció en
películas como “Drácula 2000”,
en la que el conde renace en pleno siglo XXI. Universal Pictures lanzó el film
“Van Helsing”, que dirigió Stephen Sommers y protagonizó Hugh Jackman. En 2009
se estrenó la película “Stan Helsing”.
El profesor Helsing
fue popularizado también por la literatura. Aparece en la novela corta “Los
sabios en Salamanca”, del escritor español Alberto López Aroca, junto con el
profesor Challenger de la novela “El mundo perdido” de Arthur Conan Doyle,
creador de Sherlock Holmes.
Los viejos filmes de
Drácula, Frankestein, el hombre lobo y demás monstruos que veíamos de chicos
son totalmente “naif” comparados con los que se dan ahora en el cine, y en
especial en la televisión.
Drácula en Argentina
- Drácula fue un
personaje de ficción, ¿no?
- Algunos sospechan
que existe, y es más, que es argentino, o que ha estado en Buenos Aires, por lo
menos.
- ¿Cómo así?
Luis Lisanti,
director de Relaciones Institucionales del hotel Alvear Palace de Buenos Aires,
reveló en declaraciones periodísticas que un huésped le dijo en una ocasión que
no podía permitir que entrara en su habitación la luz del sol, ni siquiera la
luz del día, aunque estuviera nublado, por lo cual hubo que sellar las ventanas
con “black out”.
- ¡Vamos, sería un
excéntrico!
- Sin duda.
© José Luis Alvarez Fermosel
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