domingo, 11 de noviembre de 2012

Una de vampiros



En uno de los capítulos de una serie de televisión policiaco-humorística, un personaje le pregunta a otro en un momento dado, hablando como están de zombies, vampiros y otras hierbas:
- ¿Y a ti quién te gustaría ser?
- ¡Van Helsing! –contesta sin dudarlo el personaje en cuestión, que es una mujer, muy guapa, por cierto.
Volvió a mi memoria -de la que se había ido-, el doctor Abraham Van Helsing, incansable perseguidor del conde Vlad Drácula.
Bram Stoker escribió la novela “Drácula” en 1897. No inventó la leyenda de los vampiros humanos, pero la influencia de su tétrico personaje fue enorme.
Se hicieron infinidad de obras de teatro –incluídos varios musicales-, películas, series de televisión e historietas, una de ellas del argentino de origen uruguayo Alberto Breccia.
La obra del irlandés Stoker, escrita como una sucesión de epistolas, toca otros temas como el sexo, el papel de la mujer en la época victoriana, la inmigración y el folklore.
La historia del conde Drácula, señor de un castillo en los montes Cárpatos, tiene todos los rudimentos de los relatos de vampiros, más algunas particularidades tomadas de la historia del hombre lobo.
Drácula no podía verse en ningún espejo, ni soportar la luz diurna. Comandaba ejércitos de lobos, repugnantes alimañas y hacía bajar la niebla a su antojo, con el fin de alcanzar sus siniestros objetivos.
En las primeras páginas de la novela, Bram Stoker insinúa la seducción que constituye una de las peculiaridades del vampiro: “En un castillo decadente, en un paisaje invernal y solitario, un hombre cultivado, aristocrático y atemorizante franquea la entrada a un joven inglés con una frase clave: ‘Entre usted libremente y por su propia voluntad’”.

Van Helsing

El doctor Seward, antiguo alumno de Van Helsing y uno de los tres pretendientes de Lucy Westenra –los otros dos son Arthur Holmwood y Quincey Morris (un millonario de Texas)- llama a su ex profesor, que es doctor en medicina, filosofía, letras, otras materias y experto en dolencias oscuras a fin de que examine a la señorita Westenra, que parece haber sido vampirizada.
Van Helsing comienza a desarrollar un trabajo ímprobo para salvar a Lucy Wastenra, que en efecto ha sido víctima de un vampiro.
Esa tarea le llevará a recorrer lugares como Viena, Budapest, el desfiladero del Borgo –paraje real donde ubica Stoker el castillo de Drácula; hoy existe en la zona un hotel para turistas-, el Bósforo, el estrecho de Gibraltar, el canal de la Mancha, el golfo de Vizcaya y Londres, entendiéndoselas con personajes de distintas etnias: inglesa, alemana, eslovaca, magiar, judía, sajona, turca, rumana, rusa, estadounidense y sícula, de la que dice descender el conde Drácula.
Van Helsing es neerlandés, de edad avanzada, está inspirado en Gerard van Switch, un médico que trabajó para la emperatriz austríaca María Teresa y se encargó por orden de ésta de llevar a cabo los primeros estudios sobre vampiros.
Actores de primerísimo nivel encarnaron a Van Helsing en el cine, entre otros Peter Cushing, Laurence Olivier, Anthony Hopkins y Mel Brooks en una versión humorística en 1945.
También apareció en películas como “Drácula 2000”, en la que el conde renace en pleno siglo XXI. Universal Pictures lanzó el film “Van Helsing”, que dirigió Stephen Sommers y protagonizó Hugh Jackman. En 2009 se estrenó la película “Stan Helsing”.
El profesor Helsing fue popularizado también por la literatura. Aparece en la novela corta “Los sabios en Salamanca”, del escritor español Alberto López Aroca, junto con el profesor Challenger de la novela “El mundo perdido” de Arthur Conan Doyle, creador de Sherlock Holmes.
Los viejos filmes de Drácula, Frankestein, el hombre lobo y demás monstruos que veíamos de chicos son totalmente “naif” comparados con los que se dan ahora en el cine, y en especial en la televisión.

Drácula en Argentina

- Drácula fue un personaje de ficción, ¿no?
- Algunos sospechan que existe, y es más, que es argentino, o que ha estado en Buenos Aires, por lo menos.
- ¿Cómo así?
Luis Lisanti, director de Relaciones Institucionales del hotel Alvear Palace de Buenos Aires, reveló en declaraciones periodísticas que un huésped le dijo en una ocasión que no podía permitir que entrara en su habitación la luz del sol, ni siquiera la luz del día, aunque estuviera nublado, por lo cual hubo que sellar las ventanas con “black out”.
- ¡Vamos, sería un excéntrico!
- Sin duda. 

© José Luis Alvarez Fermosel

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