viernes, 6 de septiembre de 2013

El invierno quiere quedarse



El invierno porteño, o de Buenos Aires, que es lo mismo, se empeña en resistir contra viento y marea hasta el fin de su mandato, y sabe Dios si no tiene “in mente” incluso prolongarlo, quedándole ya como le queda menos de un mes para irse con la música, es decir, con el frío a otra parte.
Lo que haría un político, aúpado a un sitial. Un político de cualquier cuño aquí  y en Pekín, al que desde hace ya algún tiempo se le llama Beijin y a uno le suena a beguin: “Beguin the beguin”, una vieja canción de Cole Porter.
Lo real, ya sin más zarandajas, es que hace frío por todas partes y abunda la gente resfriada:  acatarrada, con gripe, con anginas, con bronquitis.
Nos dicen que muchos hospitales y empresas de medicina privada tuvieron que ampliar sus guardias, porque no daban abasto atendiendo gente afectada por el  frío glacial.
En la calle la gente camina lo más rápidamente que puede, super abrigada y dándose a todos los diablos.
No faltan las cosas, llamémoslas… raras, propias de este mundo raro, y ésto también tiene música.
Una muchacha con una de esas parkas con capucha, “jeans”… ¡y los pies desnudos!, pedalea disciplinada y frenéticamente por la bici senda que le corresponde.
Tomamos un café en un “restó bar” –denominación acuñada en el remozado barrio capitalino de Palermo-, que por fortuna tiene barra y por lo menos un par de taburetes.
El local tiene nombre italiano, Spiga, y la decoración y el ambiente recuerdan a cualquier bar de Montparnasse-. Pero es de españoles.
En el centro del salón, para hacer honor al nombre del bar, unas largas espigas sobresalen de una especie de redoma de cristal oscuro.
Dicen que va a nevar.
Pues muy bien:  año de nieves, año de bienes.

© José Luis Alvarez Fermosel

No hay comentarios: