domingo, 16 de diciembre de 2007

Crónicas de Madrid (X)

Los piropos de los viejecitos

Lo he visto en otros viajes míos a Madrid, a la misma hora y en el mismo sitio: a las diez o diez y cuarto de la noche, en la Gran Vía, cerca ya de la Plaza Callao, por la acera del café Zahara.
Es un señor mayor: un setentón largo, probablemente. Va siempre muy bien vestido, a la antigua usanza: traje, que no se le ve, pues lleva encima un abrigo de paño color té con leche, guantes de cuero de un tono ligeramente más oscuro y zapatos brillantes.
Al verlo siempre de noche no he podido precisarlo, pero me da la impresión de que se da un toque de color en el pelo, no así en un bigotillo ceniciento que anida como una mariposa de verano en su labio superior.
Se parece algo a Domingo Díaz de Mera, un empresario de Ciudad Real que figura en la lista de los cien hombres más ricos de España. Pero no es él, naturalmente. ¿Qué iba a hacer un millonario de noche, a finales de otoño, en la Gran Vía, sin guardaespaldas ni acompañante alguno?
El caballero en cuestión tiene un cierto aire de prosperidad, empero. Tal vez haya sido gerente de un banco, o de una multinacional, y goce de una buena jubilación.
Despliega una autoridad contenida. Desafía con sordina a la noche y al frío.
Probablemente sea un buen señor que se da, sin más, un paseíto todas las noches. Quizás su mujer no quiera acompañarle, o quizás no tenga mujer.
Un 16,7 por ciento de los españoles, es decir, algo más de seis millones y medio de personas, supera los 65 años.
Sólo uno de cada diez comparte hogar con sus hijos. Más de un millón vive solo.
Subsisten con una cantidad de dinero al mes que se aproxima a los 500 euros, que aquí rinden, siempre y cuando se tenga vivienda propia –alquilar sale muy caro en España-.
Dedican su tiempo a ver televisión, escuchar radio y pasear, o hacer mandados. Así lo informó un estudio titulado “Las personas mayores en España”.
Estas personas de la tercera edad son religiosas, más conservadoras que el resto de la población, pero capaces de aceptar realidades nuevas para ellas, como los hijos fuera del matrimonio, las madres solteras y la homosexualidad.
Unos 500 ancianos alojados en residencias geriátricas de Madrid y sus alrededores han publicado un libro titulado “Toda una vida”, que contiene cartas de amor y piropos de su invención.
Katty Reyes de la Jara, de la hermosa ciudad andaluza de Córdoba, acaba de revelar al dominical del diario El País de Madrid que, según le informó una hermana suya, la tía de ambas, de 92 años, se ha echado un novio de algo más de 80: un antiguo pretendiente que se quedó viudo y sin hijos igual que ella.


© José Luis Alvarez Fermosel
Desde Madrid – 2007
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Crónicas de Madrid (IX): “Un cuadro, un puñal, un soneto…”

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