sábado, 24 de enero de 2009

Brindis con flor a la luz de las velas

Pasaron cinco minutos de las ocho y media. La pareja cenó temprano, a la luz de las velas y con una flor azul lavanda entre ambos. Después de cenar brindan con champán, entre otras cosas porque quizás no haya bebida más noble para brindar.
Están solos. Sus atuendos y el mobiliario son muy sencillos. Las sillas son diferentes.
Rojos, grises y verdes. Colores definidos, no violentos. Un dibujo magnífico, esquemático pero precioso.
El candelabro tiene veleidades de arbusto. El rostro de la señora es ligeramente daliniano, al menos el ojo que se ve. Toma su copa con delicadeza. El es más rotundo, casi empuña la suya. Arden las velas. La flor azul se curva en el florero. La botella está tapada dentro del cubo con hielo, que parece una cara por voluntad del dibujante. El señor tiene un bigote de otros tiempos y usa una extraña perilla de gancho, podríamos decir.
Trazo moderno, suelto, seguro. Debe ser una acuarela, tiene todas las características. Parte de mi niñez transcurrió entre acuarelas, nevadas, el olor a café y a brandy de las sobremesas de los domingos, las novelas de aventuras y el regaliz.
Se ve que la señora propone el brindis, porque tiene la boca abierta, como si estuviera hablando. ¿Por qué brindarán? ¿Por un reencuentro, por un aniversario, por haber recibido una buena noticia o sencillamente porque pueden, quieren y les da la gana y tienen una botella de champán, o de vino blanco, a mano?
Hermoso, de cualquier manera, el brindis inmortalizado por un artista, desconocido para nosotros, que no pudo ser más expresivo ni tener más dominio del dibujo –tendente a la caricatura-, el escorzo y el color, al crear una imagen tan bella en su composición simplista y en la que, sin embargo, no falta un detalle. Ni tampoco sobra nada. Esto es lo bueno.


© José Luis Alvarez Fermosel




2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Que maravilla! ¡Cómo me gustaría que mi marido me invitara a una reunión a la luz de las velas! ¿Haría mal si se lo digo? Creo que no habría sorpresa así. Como siempre, Caballero Español, lo suyo es sensacional. También soy fiel oyente suya. Le deseo lo mejor. Betiana.

Anónimo dijo...

Mira, Betiana, ¿por qué no compras tú una botella de champán sin que se entere su marido, preparas la puesta en escena y le das a él la sorpresa? Házlo y luego me cuentas. Gracias por ser fiel lectora y fiel oyente.Muchos cariños.