viernes, 30 de enero de 2009

Los pianistas de hotel

Todavía se topa uno en un bar elegante, o un salón de un hotel de cinco estrellas, con un pianista maduro y melancólico que recorre el teclado con dedos fáciles –como en los versos de El Caballero de la Rosa-, desgranando un repertorio que suele incluir el tango Caminito, alguna canción napolitana, el tema de la película Casablanca, un vals vienés, Garota de Ipanema y un par de boleros: Perfidia y Vereda tropical, casi siempre. ¡De ayer es la fecha!
Yo siempre he sido muy considerado con los pianistas de hotel. Quizás por recordar el cartel que había en todos los “saloons” del Viejo Oeste sobre la pianola desvencijada: “Se ruega no disparar sobre el pianista: el hombre hace lo que puede”.
Los pocos pianistas de hotel que quedan son, como sus antecesores –siempre citados por Vicky Baum-, serios, con una seriedad casi como la de Buster Keaton; tienen profundas ojeras, poco pelo, a veces teñido, y un ríctus amargo en la boca que empieza a sumirse.
Visten, o parecen vestir el mismo traje gris oscuro, un poco anticuado pero de buen corte, ligeramente brilloso; la camisa no está hecha a medida ni es de seda, pero siempre está limpia y, desde luego, usan gemelos.
A algunos los quieren vestir de esmóquin, pero ellos se resisten, no sea que al cruzar el salón para ir a la barra a echar un trago -la casa no les cobra- los tomen por camareros, lo cual no es probable porque los pianistas de hotel tienen cierta clase.
Casi todos conocieron tiempos mejores, antes de alquilarse por horas en un bar, o en un hotel, para interpretar al piano las mismas canciones a cuyo son bailaron ellos a la luz de la luna en Copacabana, Venecia, Madrid, El Cairo o Amsterdam con sus amantes, que terminaron dejándolos por millonarios norteamericanos.
Todos recuerdan esos amores contrariados y sus tiempos de bonanza económica, que los tuvieron, como lo atestiguan el anillo con un rubí o un zafiro tallado en cabujón, o el reloj de oro pasado de moda, que se supo de memoria el camino a varias casas de empeño y ya no lo aceptan en ningún sitio. Tocan del mismo modo, sin sacar el pie del pedal derecho (de resonancia), con ínfulas de virtuosos; y a veces tropiezan, pero enseguida vuelven a la carga y la nota sale, mal que bien.
Agradecen, con una sonrisa cansada, que uno les diga cuando se va: “Muy buen repertorio y muy buena ejecución”. Lo que no hay que hacer jamás es darles propina, porque se ofenderían, con todo motivo y fundamento. Lo suyo no es un servicio: es…arte.
Ya casi no se ven pianistas en los bares, ni en los hoteles. Ultimamente he visto algunos en Nueva York, e incluso un arpista en Punta del Este.
A mí me agradan, pero me ponen un poco melancólico. Ellos, no las piezas que tocan, que no son alegres, precisamente. Forman parte de un pasado que tuvo sus luces y sus alegrías -¡ya sé, no teníamos Internet!-.
Ellos también tomaron champán Veuve Clicquot –ahora toman whisky-, viajaron en barcos, recorrieron costas y estaciones de esquí y se hospedaron alguna vez en hoteles como en los que trabajan ahora.
Desaparecen, de pronto. Uno no pregunta nada. No son reemplazados. Ya no queda casi ninguno.

© José Luis Alvarez Fermosel

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Querido José Luis , con tus espléndidas notas sobre pianos y hoteles has revuelto todos mis recuerdos , nostalgias y ese esplín hermosamente descripto por ti ,me ha embargado y me he sentido tu ignota cómplice .Y de tu mano , he vuelto a casi ver aquel candelabro sobre el piano y las deslumbrantes joyas que lucía aquel transgresor , no clasicista ,pero no por ello menos magistral , Liberace-
El fué un pionero ,extravagante , incomprendido y maravilloso pianista y showman de otros tiempos..¿Cómo lo verían hoy las audiencias del mundo? Vaya uno a saber. Un abrazo cordial. Susan4

Anónimo dijo...

Susana: mil gracias por tu mensaje. Me alegro de haberte hecho volver a ver el candelabro sobre el piano y escuchar "in mente" a ese magistral, como tú acertadamente lo calificas, Liberace. Tal vez hoy no sería mal visto, pero por su forma. No sé si se apreciaría su fondo. Un abrazo.

Susan.B dijo...

Gracias Querido José Luis .Tienes razón , por su forma tal vez no se apreciaría su fondo .Y por otra parte, me sigue deleitando desde sus grabaciones. Tengo un audio en el cual tímidamente él cantó una canción muy cortita:"I´ll be Seeing you" .Su música y letra son hermosas. Ojalá la hayas escuchado.Un abrazote.Susan 4

Anónimo dijo...

Susana: sí, la escuché. Gracias por escribir.