martes, 11 de diciembre de 2007

Crónicas de Madrid (VII)

Merienda torera y… “ainda mais”

Merienda torera en el Café de Ruiz: un gran plato de jamón ibérico, pan y una copa de vino de Rioja (todo: 10,50 euros). El Café de Ruiz está en la calle Ruiz 11, en el típico barrio de Malasaña del que hablamos en un texto anterior. Tertulia. Se charla de todo, menos de jamón y de toros, temas muy ibéricos.
En la (cercana) taberna Camacho, en la calle de La Palma, hay un hueco semejante a la boca de un estrecho túnel debajo del mostrador. Por él, agachándose hasta casi tocar el suelo con la frente, se accede a los baños. Hay anécdotas muy sabrosas relacionadas con urgencias y faltas de flexibilidad...
De Marcelino Camacho, líder de la izquierda pura y dura de los años 40 y 50, fundador de las llamadas Comisiones Obreras, dijo un día un joven relator de noticias en Televisión Española que “luchó contra las libertades”. Quiso decir, probablemente, que luchó por las libertades. Aquí también se usan mal las preposiciones.
Pero lo peor de todo fue lo que se supo por el último informe del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA), que pondera los conocimientos de más de 400 estudiantes de 15 años en 57 naciones. España aparece al final de la lista de los países ricos, sólo por delante de Grecia, Turquía y México en comprensión de lectura.
En conocimientos de matemáticas y ciencia en general, España está un poco más debajo de la media de los países desarrollados.
Un 28 por ciento de jóvenes españoles entre 14 y 24 años reconoce que no lee, según el último estudio del Gremio de Editores.
El presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero echa la culpa del retroceso en la educación a la deficiente formación de los padres. La oposición carga contra la que considera mala política educativa del gobierno. Tirios y troyanos han echado su cuarto a espadas en torno al tema e inundado los periódicos con sus opiniones.
Este cronista se queda con la carta que Cristina Adrián García, profesora de Lengua, publicó en el diario conservador ABC, en la que dice entre otras cosas:
“Es una lástima que una asignatura como la lengua española, con tantas posibilidades y tanto que ofrecer y enseñar a un alumno, deje en el recuerdo de los estudiantes la huella de unos escasos y pobres conocimientos en sintáxis y morfología que, además, ni siquiera están dirigidos a mejorar la expresión y el conocimiento del castellano”.
“Si tan pobre es el nivel de comprensión lectora de nuestro alumnado, ¿por qué no se insiste más en la necesidad de leer?, ¿por qué no se obliga a los chicos a que lean y hagan crítica literaria sobre aquello que han leído?”,
se pregunta Cristina Adrián García, para afirmar a renglón seguido: “No podemos lamentarnos del bajo nivel de comprensión y expresión de unos alumnos que a lo largo de su vida académica apenas leen dos o tres libros".
Eso sí: los españoles están prósperos, “dulces”, se diría en Buenos Aires. Hay mucho nuevo rico de coche BMW, reloj Rólex y juego de estilográfica, bolígrafo y lapicero Mont Blanc.
Los chicos practican equitación en los centros hípicos de la sierra del Guadarrama y a los ocho años ya se les da un teléfono móvil.
El macho posmo vive con pá y má hasta que se casa –cuando se casa-. Se divorcia enseguida y vuelve a casa de pá y má a seguir comiendo la sopa boba.
La periodista española Ely del Valle ha escrito un libro muy bueno sobre estos adolescentes eternos –aquí se los llama adultescentes-. Se titula “Un adolescente bajo mi techo”. La autora relata sus experiencias viendo crecer al espécimen que de la noche a la mañana pasa de ser el bebé que quería comerse al adultescente que debería comerse.
Es que en España también hay muchos machos posmo. El tema da para largo y prometemos ocuparnos de él como se debe.



© José Luis Alvarez Fermosel
Desde Madrid - 2007
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Crónicas de Madrid (VI): “¡Estas cosas de Madrid…!”

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy estimado señor Alvarez Fermosel: Me alegro de leerle y saber que hay gente que es capaz de ocuparse de tantos temas con la inteligencia que lo hace usted. Soy de Quito y llevo 8 años viviendo en su tierra. Trabajo mucho, aunque haya quien no lo crea, y el año próximo retomaré el último año de mis estudios secundarios interrumpidos para, después, seguir y estudiar medicina. Un afectuoso saludo y lo seguiré leyendo. Patricio.

Anónimo dijo...

Me alegra mucho, Patricio, que te vaya bien en mi país, donde supongo que te tratan como corresponde a un hermano latinoamericano. Te recomiendo que, en efecto, termines tus estudios y llegues a ser un médico tan bueno como alguno de tus compatriotas a los que yo he conocido. Gracias por tus elogios y un abrazo.