lunes, 21 de mayo de 2012

Jamón, un libro y champán


“Nunca jamás, en ningún otro país del mundo se comió cerdo con tanto fervor como en España. ¡Le iba a uno la fama y casi la vida por un trozo de tocino desdeñado! Prohibido, declarado inmundo por judíos y musulmanes, el gusto de tocino de cerdo, el entender de butifarras y jamones, el volverse loco por una morcilla y estar dispuesto a todo por un chorizo es el mejor pasaporte del viejo cristianismo”.
Este párrafo corresponde al libro La mesa del buscón (foto), de Xavier Domingo, editado en 1981 por Tusquets.
En las librerías de viejo es posible que se encuentre algún ejemplar. El libro no tiene desperdicio.
Es cuestión de ponerse a rebuscar un día de lluvia, que es cuando mejor se buscan, y se encuentran, los libros en las librerías de lance.
Xavier Domingo, por cierto, fue un compatriota y colega mío, brillante, especialista en gastronomía, entre otras cosas.
Los dos trabajamos en la France Presse, en París y en Buenos Aires.
Una mañana gris, frecuentes en la Ciudad Luz, Domingo, que andaba cerca de una boca de metro, correspondiente a no recuerdo ahora qué estación, observó que todo el mundo salía con mala cara, con cara de sueño. ¡Naturalmente! ¿Quién sale sonriente del metro para ir a trabajar un día en que va a llover, después de haberse levantado muy temprano?
Xavier Domingo, ni corto ni perezoso, se fue a uno de los muchos bares de los Campos Elíseos de los que era cliente, contrató a un camarero y se lo llevó al metro, provisto de una bandeja con jamón cortado en tacos, un cubo con hielo, una botella de champán y unas copas. A cada persona que salía le ofrecía jamón y champán.
¡Qué mejor manera de empezar una jornada laboral!

© José Luis Alvarez Fermosel

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