Quizás Emmanuel
Chabrier sea más conocido por su rapsodia España,
todo brillo y vivacidad –que conduce directamente a Ravel- que por sus óperas y
su música para orquesta, piano y de cámara.
Escribió una serie
de canciones sobre animales: Las
cigarras, Balada de los perros gordos, Pastoral de los cerdos rosados y
Villanueva de los patitos. Todas influyeron en Ravel y Satie.
Es cierto que
admiraba a Wagner. Inspirado por el concepto del drama escénico del influyente músico
alemán, escribió su ópera Gwendoline. Pero aunque sufrió el peso del coloso de
Leipzig, evitó la influencia de la música germana e hizo suya la declaración de
Debussy: “Musicien français”.
Surgió como
compositor a finales de 1870. Si bien mostró siempre, no ya afición, sino
talento para la música, su padre se empeñó en que estudiara abogacía. Al fin lo
consiguió y Chabrier obtuvo su título de licenciado en Derecho en 1862.
Durante los 18 años
siguientes trabajó en el Ministerio del Interior, lo cual no le impidió vivir a
pleno el ambiente artístico y bohemio de París.
Amigo de Verlaine y
Manet
Fue amigo de
Verlaine y Manet. Compró cuadros a varios pintores impresionistas y reunió una
colección de obras de Monet, Fantin Latour, Renoir, Sisles y otros, rematada en
1896, dos años después de su muerte. ¡Qué fabulosa cantidad de dinero se habría
obtenido hoy con esa venta!
En 1877 se conoció
su opereta L’Etoile y en 1879 Une éducation manquée, de un acto. Ambas
obras tienen mucho que ver con la vena cómica de Offenbach.
En 1880 Chabrier
renunció al ministerio y se dedicó por entero a componer. Aparecieron en rápida
sucesión varias obras notables para piano, denominadas en su conjunto Dix pièces pittoresques, la rapsodia España, la ópera Gwendoline y la ópera cómica Le
roi malgré lui.
Al final de la
década sufrió un colapso mental y no pudo seguir componiendo. Murió en París en
1894.
Una de las novedades
que Chabrier incorporó a la música fue la idea de que el aprovechamiento de lo trivial
puede constituir un derecho. Ya en L’Etoile
se distancia del tipo de opereta de Offenbach para crear un refinamiento que
imprime a la obra algo del “music hall”, del mismo circo, con armonías en un
estilo de los “blues” que podría haber compuesto Gershwin.
El grupo de Los Seis
Hay algo en la
música de Chabrier que resiste el paso del tiempo y llega a Satie y el grupo de
músicos franceses de los años 20 conocido como Les Six. Chabrier, y no Satie es el padre espiritual de Los Seis.
Los Seis, que en realidad eran siete, fueron Georges Auric,
Louis Durey, Arthur Honegger, Darius Milhaud, Francis Poulenc, Germaine
Tailleferre única mujer del grupo-, Jean Cocteau –el único no músico, director-
y Erik Satie, que abandonó Los Seis
en 1918.
Le roi malgré lui y la rapsodia para orquesta España fueron las obras maestras de Chabrier, alegres, refinadas,
brillantes. Muchos compositores anteriores pudieron ser alegres y divertidos,
pero él fue el primero que elevó el concepto de diversión al nivel de estética.
Chabrier fue el
apóstol de la naturalidad, de lo breve y elegante trabajado con maestría de orfebre.
© José Luis Alvarez Fermosel
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