lunes, 8 de octubre de 2012

Chabrier, apóstol de la naturalidad




Quizás Emmanuel Chabrier sea más conocido por su rapsodia España, todo brillo y vivacidad –que conduce directamente a Ravel- que por sus óperas y su música para orquesta, piano y de cámara.
Escribió una serie de canciones sobre animales: Las cigarras, Balada de los perros gordos, Pastoral de los cerdos rosados y Villanueva de los patitos. Todas influyeron en Ravel y Satie.
Es cierto que admiraba a Wagner. Inspirado por el concepto del drama escénico del influyente músico alemán, escribió su ópera Gwendoline. Pero aunque sufrió el peso del coloso de Leipzig, evitó la influencia de la música germana e hizo suya la declaración de Debussy: “Musicien français”.
Surgió como compositor a finales de 1870. Si bien mostró siempre, no ya afición, sino talento para la música, su padre se empeñó en que estudiara abogacía. Al fin lo consiguió y Chabrier obtuvo su título de licenciado en Derecho en 1862.
Durante los 18 años siguientes trabajó en el Ministerio del Interior, lo cual no le impidió vivir a pleno el ambiente artístico y bohemio de París.

Amigo de Verlaine y Manet

Fue amigo de Verlaine y Manet. Compró cuadros a varios pintores impresionistas y reunió una colección de obras de Monet, Fantin Latour, Renoir, Sisles y otros, rematada en 1896, dos años después de su muerte. ¡Qué fabulosa cantidad de dinero se habría obtenido hoy con esa venta!
En 1877 se conoció su opereta L’Etoile y en 1879 Une éducation manquée, de un acto. Ambas obras tienen mucho que ver con la vena cómica de Offenbach.
En 1880 Chabrier renunció al ministerio y se dedicó por entero a componer. Aparecieron en rápida sucesión varias obras notables para piano, denominadas en su conjunto Dix pièces pittoresques, la rapsodia España, la ópera Gwendoline y la ópera cómica Le roi malgré lui.
Al final de la década sufrió un colapso mental y no pudo seguir componiendo. Murió en París en 1894.
Una de las novedades que Chabrier incorporó a la música fue la idea de que el aprovechamiento de lo trivial puede constituir un derecho. Ya en L’Etoile  se distancia del tipo de opereta de Offenbach para crear un refinamiento que imprime a la obra algo del “music hall”, del mismo circo, con armonías en un estilo de los “blues” que podría haber compuesto Gershwin.

El grupo de Los Seis

Hay algo en la música de Chabrier que resiste el paso del tiempo y llega a Satie y el grupo de músicos franceses de los años 20 conocido como Les Six. Chabrier, y no Satie es el padre espiritual de Los Seis.
Los Seis, que en realidad eran siete, fueron Georges Auric, Louis Durey, Arthur Honegger, Darius Milhaud, Francis Poulenc, Germaine Tailleferre única mujer del grupo-, Jean Cocteau –el único no músico, director- y Erik Satie, que abandonó Los Seis en 1918.
Le roi malgré lui y la rapsodia para orquesta España fueron las obras maestras de Chabrier, alegres, refinadas, brillantes. Muchos compositores anteriores pudieron ser alegres y divertidos, pero él fue el primero que elevó el concepto de diversión al nivel de estética.
Chabrier fue el apóstol de la naturalidad, de lo breve y elegante trabajado con maestría de orfebre.

© José Luis Alvarez Fermosel

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