Feliz día a todas
las abnegadas, sacrificadas, maravillosas y queridas madres, a quienes además
de la vida –como se dice siempre- les debemos tantas cosas que nunca podremos
retribuirles ni material ni espiritualmente. Homenajéenlas quienes tienen las
suerte de tenerlas aún. Quienes las perdimos seguimos amándolas en el recuerdo.
Esta felicitación es
aplicable también, como no podía ser de otra manera, a las madres adoptivas,
bien llamadas madres de crianza o madres del corazón y a las tantas veces mal
llamadas madrastras.
Se lo merecen todo.
© José Luis Alvarez Fermosel
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