martes, 2 de octubre de 2012

¡Guineas, guineas, guineas...!


 
¡Eramos quince sobre el cofre del muerto,
Yo, ja, ja, ja,
y la botella de ron…
(“La isla del tesoro”, de Robert Louis Stevenson)

Se pasó recientemente por la televisión –no recuerdo el canal, ni hace al caso- una miniserie sobre la inolvidable novela “La isla del tesoro”, de Robert Louis Stevenson.
Uno de sus pocos méritos, en nuestra opinión, fue el seguimiento más o menos  fiel de la línea argumental de la novela.
Se nos vendió en la publicidad inicial que Donald Sutherland iba a ser el protagonista, o a interpretar por lo menos un papel destacado en la miniserie y luego resultó que apareció apenas un minuto al final. “Donde no hay publicidad resplandece la verdad”, decía la revista de humor española “La Codorniz”, y esto lo recuerdo yo, que fui “copy writer”, o redactor publictario.
Como era de esperar después de haber visto la serie, releímos “La isla del tesoro”, una de las novelas de aventuras que más nos gustó en nuestra niñez y nuestra adolescencia.
Muchos pensarán: ¡Qué cosa…!, ¿no? ¡Releer “La isla del tesoro”!
Reconocemos que nunca pudimos pasar de las primeras páginas de “Finnegans wake”, de James Joyce y que el “Ulises” del mismo autor –que sí leímos, por fin-, no fue nunca uno de nuestros libros de cabecera.
Tampoco es que haya que leer sólo novelas de aventuras, o sólo novelas difíciles. Los clásicos son los clásicos. Clásico es Joyce y clásico es Julio Verne, cuya “Isla misteriosa” sigue interesándonos cada vez que nos adentramos de nuevo en sus enigmas. Es más, cada vez le descubrimos nuevos valores, no sólo literarios.
(Uno de los náufragos era periodista –un atractivo más para nosotros-: el corresponsal Gedeón Spilett, que combatía por el Norte, o la Unión, en la guerra estadounidense de Secesión (1861 -1865) y la cubría para el “New York Herald”, manejando tan bien el revólver como la pluma).

El género de aventuras

Tanto valen los géneros de aventuras, el policial o el de ciencia ficción como cualquier otro. Reflexiona sobre la llamada “novela negra” el pensador y polígrafo español Fernando Savater en su ensayo “Novela detectivesca y conciencia moral”:
Una de las supersticiones literarias que más deploro de esta época no precisamente exenta de ellas es la de que la “novela negra” supone un avance a la par literario y ético-político sobre la narración clásica de detectives de estilo inglés”.
En el género de aventuras se destacaron Stevenson y Verne, así como otros muchos autores de todas las nacionalidades
Stevenson nació en la ciudad escocesa de Edimburgo y murió en Samoa, en la Polinesia, en 1894, a la temprana edad de 44 años, a causa de una tuberculosis que padeció desde niño. Los isleños le llamaban en su lengua “contador de historias”.
Quizás “El extraño caso del doctor Jeckyll y Mister Hide”, “Secuestrado” y “Flecha negra” hayan sido, junto con “La isla del tesoro”, las más afamadas obras de Stevenson.
Recordemos que publicó primero “La isla del tesoro” por entregas en la revista infantil inglesa “Young Falks”, entre 1881 y 1882, firmándola con el seudónimo de Capitán George North. Apareció como libro, cuando su autor tenía 30 años, en 1883.

Soñador de argumentos

Stevenson admitió siempre que los argumentos de muchos de sus relatos procedían de sus sueños. Incluso alegó que podía soñar a voluntad esos argumentos. Al principio de su carrera escribió un cuento acerca de la doble personalidad –una buena y otra mala- de un individuo con el título “El compañero de viaje”. El cuento fue rechazado sumariamente por un editor para quien la idea era ingeniosa, pero el argumento resultaba muy flojo.
Frustrado por su incapacidad para mejorar el relato, Stevenson se fue a dormir  y soñó lo que se transformó en “El extraño caso del doctor Jeckyll y mister Hide”, que trata sobre fenómenos de la personalidad escindida y puede ser leída como novela psicológica de horror.
Stevenson cultivó también el ensayo breve pero decisivo en lo que se refiere a la estructura de la moderna novela de peripecias.
Su popularidad se basó casi por entero en las emocionantes tramas de sus relatos fantásticos y de aventuras. Varias de sus obras siguen estando de actualidad y algunas fueron llevadas al cine en el siglo XX.
Fue uno de los 26 escritores más traducidos del mundo
El pintor estadounidense John Singer Sargent pintó tres retratos de Stevenson. El segundo de ellos, “Retrato de Robert Louis Stevenson y su esposa” (1885) -que ilustra estas líneas- es uno de los más conocidos. Fue vendido en 2004 por ocho millones de dólares a un casino de Las Vegas.
Cantor del coraje y la alegría, dejó una vasta obra llena de encanto, con títulos inolvidables.

© José Luis Alvarez Fermosel 

Nota relacionada:
John Singer Sargent

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