domingo, 10 de febrero de 2013

Más sobre calles



¡Albricias! Están arreglando las calles de Buenos Aires, rotas desde los tiempos de don Bernardino Rivadavia, poco más o menos.
Los martillos neumáticos, los palas mecánicas, las zanjas, el cemento, las alambradas que protegen las obras forman parte del paisaje urbano.
Los trabajadores se afanan durante prolongadas jornadas laborales, incansables, sin que el feroz sol de un estío durísimo e inclemente parezca afectarles lo más mínimo.
Cabe suponer, entonces, que en poco tiempo más las calles de Buenos Aires lucirán como las de cualquier otra ciudad de otro país –en los que nunca se rompieron-
Nos referimos a las calles más céntricas, al llamado microcentro, porque en los barrios por los que anduvimos últimamente no vimos trabajar a nadie en las calles. Será que los arreglos empezarán por el centro y seguirán por los barrios, o que éstos no están tan mal.
Estamos muy contentos. Van a disminuir, seguramente, las caídas y las consiguientes fracturas de caderas, piernas y otras partes del cuerpo.
Va a dar gusto pasear por Florida y Corrientes, como aquel muchacho del tango que se daba una vida mejor que la de un bancán.
Los turistas dejarán de maldecir sotto voce en su idioma a cada tropezón, porque ya no tropezarán más. Y cuando regresen a sus países les dirán a sus compatriotas que da gusto pasear por las calles de Buenos Aires, entre otras cosas porque están muy bien pavimentadas.
Sumido en estos agradables pensamientos me voy al bar y le hago partícipe de mi alegría al primer amigo con el que me topo en la barra. Y recibo el primer baldazo de agua fría:
- ¿Te has preguntado cuánto durarán las calles sin que las vuelvan a romper?, me dice mi amigo.
- Pero, hombre, ¿quiénes las van a romper? ¿Y por qué, para qué?
- Pues los mismos que las rompieron siempre, o sus descendientes; los mismos que rayan con llaves u otros objetos metálicos las puertas de los ascensores recien pintadas, o pintarrajean las fachadas con consignas políticas, o de otro matiz. ¿Para qué? Pues para joder, como siempre.
- ¿Y si se les hiciera desde la prensa, o desde los foros, las redes sociales, desde donde sea, el ruego encarecido de que no rompan nada, de que al contrario, conserven lo que está bien, lo que se arregla, en beneficio del prójimo y de ellos mismos? ¿Y si se hiciera una campaña de prensa?
- No creo que sirviera para nada, como no ha servido otras veces.
- Yo, sin embargo, sigo confiando en que…
- No dejes de confiar, a lo mejor esta vez…
Me fui del bar un poco alicaído. Los del Municipio, o quienes fueran, seguían trabajando en las calles.

© José Luis Alvarez Fermosel

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