martes, 5 de febrero de 2013

Voces antiguas



This is the poison of deep grief
(Hamlet, acto lV, escena V)

Se oyen voces de un pasado que parece estar ahí, a la vuelta de la esquina, y sin embargo está muy lejos.
Las voces están dentro de un policromo caleidoscopio que maneja caprichosamente el tiempo, sin que nada le importe: con la “nonchalance” del jugador de mente rápida que cuenta las cartas en una mesa de bacará, sabiendo que va a ganar. Sino que estamos en un casino de fantasmas.
Hemos perdido, una vez más. El tiempo pone cara de “yo no fui”, artero y perverso; ya sabe que ganó la partida y que nada será como uno quiso que fuera ni tendrá lo que quiso tener.
No volvamos la vista atrás, no nos vaya a pasar lo que a la mujer de Lot.
Pero con frecuencia el azar, o eso que los ingleses llaman “fate” te lleva al pasado de la mano del tiempo: ese oscuro enemigo que sorbe la sangre, que decía Baudelaire.
Es entonces cuando la sangre comienza a circular aceleradamente por tus venas, como si quisieras tirar la toalla y darle facilidades al vampiro.
Uno busca en la obra muerta del bergantín los restos de sus sueños, pero se han ido por el  escobén del ancla.
Ya no podemos tomar el mundo como quien toma un tren en marcha. Ni esperarla en el andén de un vagón del convoy. Siempre llega otra persona que nos trae una carta que dice que ella no puede venir.
Un músico de “bal musette” interpreta una lejana canción de letra ininteligible que no tiene código de cifra.

© José Luis Alvarez Fermosel

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