Antes, es decir, hasta hace muy poco tiempo, eran sólo las mujeres quienes se depilaban. Bien, pues ahora, es decir, desde hace mucho tiempo lo hacen también los hombres..., incluídos los de pelo en pecho; perdón, los de pelo en pecho, más y mejor.
Porque los hombres de pelo en pecho, precisamente, han entrado en la categoría de "out": están fuera de onda y, como es sabido, el que está fuera de onda no es “cool” y no ser “cool” es una tragedia, que dijo aquél.
Un nuevo cánon para los varones dignos del honor de figurar en las portadas de las revistas de moda de gran tirada, o de protagonizar anuncios publicitarios en la televisión es la ausencia de vello corporal.
La agencia de modelos Ford, una de las más prestigiosas de Washington, recordó no hace mucho que la cosa no es de ahora, porque la explosión de los gimnasios y el culto al músculo que parieron a los fisicoculturistas impusieron la depilación.
Los muchachos con avanzadas aspiraciones estéticas se someten ahora en masa a las técnicas depilatorias de último momento con rayo laser.
Un famoso estilista de la capital norteamericana informó que "antes sólo venían a mi establecimiento los travestis y ahora tengo en él hasta cuarenta hombres a la semana".
El selecto salón de Elizabeth Arden hace tiempo que contrató especialistas que se ocupan de dejar a los clientes mondos y lirondos.
Es que se lleva mucho el hombre-niño, el hombre-mujer; el hombre que va con su esposa, o solo, a determinados establecimientos donde ofrecen a los caballeros ropa de mujer para que se la prueben y anden durante algún tiempo de aquí para allí en los salones, con blusas, faldas, medias y zapatos de tacón alto. Dicen que experimentan una sensación muy placentera. Vivir para ver.
Cierto sector de la "intelligentsia" washingtoniana -que ya se está ocupando de estas tendencias-, atribuye la moda del depilado masculino al paso de la sociedad industrial a la tecnológica. En ésta última, al parecer, el pelo en el hombre sobra y de ahí otra moda: la de afeitarse la cabeza.
El caso es que desde Madison Avenue, en el corazón de Washington, se impulsa también el adiós a los velludos torsos masculinos que eran hasta hace poco tan “sexies” para las mujeres de rompe y rasga.
Porque los hombres de pelo en pecho, precisamente, han entrado en la categoría de "out": están fuera de onda y, como es sabido, el que está fuera de onda no es “cool” y no ser “cool” es una tragedia, que dijo aquél.
Un nuevo cánon para los varones dignos del honor de figurar en las portadas de las revistas de moda de gran tirada, o de protagonizar anuncios publicitarios en la televisión es la ausencia de vello corporal.
La agencia de modelos Ford, una de las más prestigiosas de Washington, recordó no hace mucho que la cosa no es de ahora, porque la explosión de los gimnasios y el culto al músculo que parieron a los fisicoculturistas impusieron la depilación.
Los muchachos con avanzadas aspiraciones estéticas se someten ahora en masa a las técnicas depilatorias de último momento con rayo laser.
Un famoso estilista de la capital norteamericana informó que "antes sólo venían a mi establecimiento los travestis y ahora tengo en él hasta cuarenta hombres a la semana".
El selecto salón de Elizabeth Arden hace tiempo que contrató especialistas que se ocupan de dejar a los clientes mondos y lirondos.
Es que se lleva mucho el hombre-niño, el hombre-mujer; el hombre que va con su esposa, o solo, a determinados establecimientos donde ofrecen a los caballeros ropa de mujer para que se la prueben y anden durante algún tiempo de aquí para allí en los salones, con blusas, faldas, medias y zapatos de tacón alto. Dicen que experimentan una sensación muy placentera. Vivir para ver.
Cierto sector de la "intelligentsia" washingtoniana -que ya se está ocupando de estas tendencias-, atribuye la moda del depilado masculino al paso de la sociedad industrial a la tecnológica. En ésta última, al parecer, el pelo en el hombre sobra y de ahí otra moda: la de afeitarse la cabeza.
El caso es que desde Madison Avenue, en el corazón de Washington, se impulsa también el adiós a los velludos torsos masculinos que eran hasta hace poco tan “sexies” para las mujeres de rompe y rasga.
© José Luis Alvarez Fermosel
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