sábado, 26 de julio de 2008

Permanente presencia

La Argentina se puso de moda en España a finales de la década del cuarenta, con la llegada de los barcos con carne y trigo.
En los años cincuenta y sesenta, y aún después, la Argentina siguió vigente en la vida de los españoles.
Los niños leíamos la revista “Billiken” y, las señoras, “Para Ti”, la antigua: la que traía en las páginas interiores la historieta de Pelopincho y Cachirula y cuyas portadas mostraban bellísimos rostros de mujer, siempre con grandes pamelas en la cabeza, dibujadas por un pintor chileno llamado Raúl Manteolas.
Todo el mundo cantaba tangos. La gente se sabía las letras de memoria. Y algunos entendían el lunfardo.
La primera churrasquería argentina abrió sus puertas cerca de la Gran Vía de Madrid. Era de una pareja de cómicos que parece ser que hicieron furor en Buenos Aires en los años cuarenta y se llamaban Tranquilino y Esmeralda.
Poco tiempo después, las parrillas argentinas se expandieron por toda la ciudad y los madrileños nos poníamos como el Quico comiendo a dos carrillos chinchulines, mollejas, tripa gorda y otras de las llamadas achuras en Argentina y menudencias, o entresijos en España.
En cuanto al bife de chorizo, nuestros compatriotas nos hacían siempre la misma pregunta, con su poquito de guasa: “pero, ¿es un bife… o es un chorizo?”.
La primera tanguería de la que uno tiene memoria estaba también cerca de la Gran Vía y se llamaba El Rincón del Tango. En ella cantaba con desgarro tangos y milongas “La Gata”, que tenía unos ojos verdes preciosos. Creo que la acompañaba al bandoneón un tal Alberto, probablemente su hombre.
“La Gata” fue sustituída por Carlos Acuña, que había venido de no sé dónde. También cantaba, vestido de gaucho, en el cabaré Morocco, en la calle Marqués de Leganés, donde Naima Cherky bailaba magistralmente, noche tras noche, la danza del vientre al son del bongó que percutía su fiel bongosero Alí, marroquí como ella.
Carlos Acuña salió una noche a cantar en El Rincón del Tango y vio que en la primera fila, entre unos cuantos amigos argentinos y españoles que sabían hablar “al vesrre”, había una chica muy mona, con unas piernas sensacionales que mantenía cruzadas. Antes de empezar a cantar, Carlos “chamuyó”, sin dirigirse a nadie en particular: “¡Che, jovie, campaneá las gambas de la nami!”. Sólo los iniciados en el argot porteño soltamos la carcajada.
Acuña cantaría tangos después en Radio Madrid en una serie sobre la vida de Carlos Gardel que produjo, con guión del catalán José Mallorquí, el chileno Raúl Matas, también afincado en Madrid. Poco después, Carlos, que no dejaba de trabajar aquí y allí con un éxito impresionante, se hizo amigo de Juan Perón y empezó a visitarlo regularmente en su quinta de Puerta de Hierro, pero sin ningún interés político.
Quienes teníamos entonces amigos argentinos y estábamos al tanto de los usos gastronómicos porteños, quedábamos muy bien invitando a comer a nuestros paisanos pastel de papas, tira de asado o bife de chorizo –de carne que seguía viniendo de Argentina- y “postre de vigilante”: queso fresco y dulce de batata.
Pepe Iglesias, “El Zorro”, había armado una verdadera revolución trabajando en la radio y luego, aunque con menos éxito, en la televisión. Otro tanto le pasó al uruguayo Juan Carlos Mareco, “Pinocho”. Todo el mundo repetía y cantaba los dicharachos y las canciones de los dos en todas partes.
En las postrimerías de los 70 nos codeábamos con Alberto Cortez, Luis Aguilé, Analía Gadé, Alberto Marcó, Susana Campos, Alberto de Mendoza, Carlos Estrada, Alberto Dalbes y otras otras entrañables gentes de la farándula porteña.
¿Y qué decir de Alfredo Di Stéfano, “La saeta rubia”, si nos referimos al fútbol? Alfredo no fue el único jugador argentino que triunfó en España, pero sí el que lo hizo de forma más continuada y espectacular.
Antes de que Radio Madrid (Emisora Central de la Sociedad Española de Radiodifusión), cerrara sus transmisiones a la una de la madrugada, una periodista argentina de voz de seda llamada Delia Porciana hablaba de Buenos Aires. Y uno soñaba con venir.
Creo obligado escribir todo esto aquí. Es gratitud y es recuerdo.



© José Luis Alvarez Fermosel


Nota relacionada:
26-07-2008: “El año argentino de España”
(
http://elcaballeroespanol.blogspot.com/2008/07/el-ao-argentino-de-espaa.html)

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias, Caballero Español. Me resultó muy emocionante leer esta nota. Sobre todo porque no creo que hoy en día se tenga ya sentido de la gratitud como ud. sí tiene y lo afirma al último de la nota. Pertenecemos a otra época. Gracias, como argentina, por lo que escribió y orgullosa de tener aquí,gente tan valiosa y talentosa como es ud. Yo lo siento un argentino más al que habría que homenajearlo por ser tan buen ser humano.Lo leo y lo escucho por radio siempre.Le mando muchos cariños. Ester.

Anónimo dijo...

Ester, me pones al borde de la emoción con tus generosísimos y cariñosos comentarios. No sería yo una persona agradecida si no reconociera todo lo bueno que me habéis dado y me dais gente tan buena como tú. Muchas gracias y muchos cariños.

Anónimo dijo...

Querido Caballero Español: coincido totalmente con Ester. Ud. vale muchísimo y yo creo que además de ser agradecido, es un referente importantísimo de la historia.Gracias por todo lo que hace y le pido disculpas si algún compatriota mío, alguna vez no lo hubiera llegado a tratar todo lo bien que se merece. Un gran abrazo. Alberto (de Rosario)

Anónimo dijo...

Querido Alberto: Ester y tú sois muy generosos. Creo que me pones muy arriba con eso de "referente importantísimo de la historia". Los periodistas somos testigos de las horas idas y escribanos de la actualidad. En otro orden: todo el mundo me ha tratado aquí muy bien. Un fuerte abrazo.

Anónimo dijo...

Agradecer la referencia al gran Alfredo di Stéfano, al inmenso Alfredo di Stéfano (que, por cierto, recomendó al Real Madrid el fichaje de Héctor Rial y de José Emilio Santamaría).
Un saludo.

Anónimo dijo...

PARA FILOMENO2006: Gracias por tus líneas. En efecto, Di Stéfano fue un genio. Saludos cordiales.