Se justifica, siempre se ha justificado que los jóvenes hablen en un idioma, por así llamarlo, suyo, muy particular, una lengua que en realidad es una jerga, o un argot que, como la risa, va por barrios, es decir, que en determinadas zonas de la ciudad se habla de una manera y en otras de otra, según el nivel económico social.
Ese modo de expresarse casi siempre produce simpatía y, en muchas oportunidades, aquí y en Pekín, los no tan jóvenes adquieran alguno de esos términos y los usan por estar a la moda: una de las obsesiones de estos tiempos pormodernos que soplan por doquier. El “marketing” también hace lo suyo, para qué vamos a negarlo.
Así que carta blanca para los jóvenes, a los que zarandeamos tanto, a veces pasándonos de rosca, y a los mayores un poco de sentido del ridículo –lugar del que no se regresa-, que hacerse el chico no queda bien.
Nosotros, los grandes, tenemos las malas palabras tan en boga, tan difundidas a toda hora, vengan a cuento o no, sobre todo por conductores y columnistas de radio y televisión.
Peor es la forma gramaticalmente incorrecta de expresarse y la introducción de latiguillos y ripios que empobrecen y afean nuestra hermosa lengua. Están presente en todas partes.
El esnobismo imperante ha hecho sentar últimamente patentes de corso a expresiones como: obvio u obviamente repetido hasta la saciedad, como que y la “vedette”: ¡A ver…!, dicho con un tono imperioso o displicente, como si quisiera decirse: “¿A ver si me entendéis lo que quiero decir, manga de bobos!”.
La palabra obvio, como la expresión ¡A ver!, es correcta, lo que irrita es la constante reiteración; lo mismo pasa con éste, digamos, nocierto, cómo se llama, cómo es y otras. Como que no es correcto gramaticalmente hablando; en todo caso, habría que decir como si, y no cada veinte segundos.
A continuación, lo último que he cosechado en estos días en los medios y en otros lugares:
Floristería por florería, pasivar por desactivar, completud por plenitud, bendicionar por bendecir, desaveniencia por desavenencia, convalescencia por convalecencia, ficcional por ficticio o algo relativo a la ficción, ficcionalizar por hacer ficción, lesión ligamentaria por lesión de o en los ligamentos, arribamiento por arribo, compite por compete, produjieron por produjeron, esfigie por esfinge o efigie, lo traigo a acotación por lo traigo a colación, multicidad por multiplicidad, tendencial por tendencioso, cartelizar por fijar carteles o señalizar, rediticio por redituable, especificidades por especificaciones, exceptó por exceptuó, extensar por estirar y prensable por noticioso.
Hay muchas más, pero tampoco es cuestión de cansar al lector. Ya volveremos.
Ese modo de expresarse casi siempre produce simpatía y, en muchas oportunidades, aquí y en Pekín, los no tan jóvenes adquieran alguno de esos términos y los usan por estar a la moda: una de las obsesiones de estos tiempos pormodernos que soplan por doquier. El “marketing” también hace lo suyo, para qué vamos a negarlo.
Así que carta blanca para los jóvenes, a los que zarandeamos tanto, a veces pasándonos de rosca, y a los mayores un poco de sentido del ridículo –lugar del que no se regresa-, que hacerse el chico no queda bien.
Nosotros, los grandes, tenemos las malas palabras tan en boga, tan difundidas a toda hora, vengan a cuento o no, sobre todo por conductores y columnistas de radio y televisión.
Peor es la forma gramaticalmente incorrecta de expresarse y la introducción de latiguillos y ripios que empobrecen y afean nuestra hermosa lengua. Están presente en todas partes.
El esnobismo imperante ha hecho sentar últimamente patentes de corso a expresiones como: obvio u obviamente repetido hasta la saciedad, como que y la “vedette”: ¡A ver…!, dicho con un tono imperioso o displicente, como si quisiera decirse: “¿A ver si me entendéis lo que quiero decir, manga de bobos!”.
La palabra obvio, como la expresión ¡A ver!, es correcta, lo que irrita es la constante reiteración; lo mismo pasa con éste, digamos, nocierto, cómo se llama, cómo es y otras. Como que no es correcto gramaticalmente hablando; en todo caso, habría que decir como si, y no cada veinte segundos.
A continuación, lo último que he cosechado en estos días en los medios y en otros lugares:
Floristería por florería, pasivar por desactivar, completud por plenitud, bendicionar por bendecir, desaveniencia por desavenencia, convalescencia por convalecencia, ficcional por ficticio o algo relativo a la ficción, ficcionalizar por hacer ficción, lesión ligamentaria por lesión de o en los ligamentos, arribamiento por arribo, compite por compete, produjieron por produjeron, esfigie por esfinge o efigie, lo traigo a acotación por lo traigo a colación, multicidad por multiplicidad, tendencial por tendencioso, cartelizar por fijar carteles o señalizar, rediticio por redituable, especificidades por especificaciones, exceptó por exceptuó, extensar por estirar y prensable por noticioso.
Hay muchas más, pero tampoco es cuestión de cansar al lector. Ya volveremos.
© José Luis Alvarez Fermosel
Notas relacionadas:
“Los jóvenes hablan raro, pero eso refleja una sociedad plural”
http://www.diarioperfil.com.ar/edimp/0309/articulo.php?art=10783&ed=0309
“A la lengua la crea el pueblo”
http://www.diarioperfil.com.ar/edimp/0309/articulo.php?art=10785&ed=0309
No hay comentarios:
Publicar un comentario