viernes, 20 de febrero de 2009

Amor luminoso

Cuando les gusta un hombre, las mujeres se en­cienden; pero no en sentido figurado, sino que real­mente despiden una lumi­nosidad especial. A los hombres les pasa lo mismo.
Así lo reveló el diario Komsomólskaya Pravda en Moscú, añadiendo que se realizan estudios muy se­rios sobre la luminiscencia del cuerpo humano.
La noticia de la lumino­sidad de las mujeres y los hombres, en trance de amar, ha causado cierta conmoción.
El fenómeno fue ob­servado por aparatos radiográficos muy sofisticados, los cuales registraron una au­reola luminosa que emana del cuerpo humano: algo así como la coronita de El Santo, el personaje del novelista inglés Leslie Charteris.
Los científicos soviéticos explican que se trata de un flujo -uno más…, que habría que analizar- de simpatía. Cuando dos per­sonas están cara a cara, o cuerpo a cuerpo, la radiación cambia de in­tensidad. Si las dos perso­nas enfrentadas experi­mentan una mutua simpa­tía, la aureola se ilumina; si, por el contrario, se siente antipatía, se difumina.
¡Ah, pero hay mucho más, y más divertido! Si se hace la experiencia con un hombre y una mujer que están amándose más o menos “comme il faut”, se asiste frente a la pantalla a una suerte de sesión de fuegos artificiales.
Los rusos se han tomado el asunto muy en serio. Al parecer, el grado de intensidad de ese cíngulo de fuego permitirá saber, antes de que sea demasiado tar­de, si un matrimonio va a funcionar bien o no.
Los científicos velan sus armas en los laborato­rios, a la espera de poder canalizar esa luminiscencia del cuerpo humano y convertirla en energía.
Es fama que experimentos realizados ya con co­bayas no arrojaron resultado positivo al respec­to. Las cobayas se aman en blan­co y negro. Ni color ni luminiscencias. Por eso, tal vez, su destino sea tan triste: terminar bajo el efecto de píldoras deletéreas o el escalpelo de la vivisección.
Quienes rápidamente ha­rán su negocio serán los comerciantes, que en com­binación con los científicos, se las arreglarán para lan­zar al mercado pantallas en las que se reflejen los jue­gos de luces de los cuerpos que se atraen.
Instaladas en los dormitorios, cumpli­rán con una función erotizante, como los espejos en el techo y las paredes de los cuartos de los albergues transitorios.
En vez de “Los juegos del amor y del azar”, de Pierre de Marivaux, los juegos del amor y de la química a la vista.


© José Luis Alvarez Fermosel

2 comentarios:

Anónimo dijo...

José Luis: aunque tal vez le parezca mentira, mi marido y yo cada vez que nos miramos y nos besamos ¡saltan los tapones de la casa! ¡Y dentro de un mes, cumpliremos 20 años de casados! Gracias por sus posts, que son brillantes. Lo seguimos siempre. ¿Nos podría mandar un saludo especial por la radio? Mirta y Eduardo.

Anónimo dijo...

Mirta y Eduardo: ¡tener cuidado como no vayáis a provocar un incendio el día menos pensado! Os mandé un saludo especial por la radio. Creo que fue ayer, cerca del cierre del programa. Gracias por vuestro mensaje y cariños.