domingo, 31 de marzo de 2013

Gente que dio una nueva razón de ser a la humanidad



Diplomáticos de varios países –entre ellos España- salvaron a miles de judíos del exterminio en los campos de concentración nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Raoul Wallenberg, Oskar Schindler –que no fue diplomático, sino hombre de negocios-, Angel Sanz Briz, He Fengshan...
Todos ellos dieron una nueva razón de ser a la humanidad, después del Holocausto.
Algunos figuraron en libros y más tarde en películas, como Wallenberg, Schindler, Sanz Briz, Hugh O´Flaherty… De otros se sabe poco, o nada. 
No tengo noticia de que por fin se haya erigido un monumento en Argentina en honor del Schindler sueco: Raoul Wallenberg, un aristócrata y diplomáti­co que salvó en Budapest a infinidad de judíos perseguidos a sangre y fuego por el régimen de Adolf Hitler. Pero quizá Wallenberg tiene ya su estatua y yo estoy mal informado.
Wallenberg, que tenía entonces 32 años, aprovechó su condición de diplomático  para proveer de salvoconductos a decenas de miles de judíos, quienes pudieron abandonar la capital de  Hungría y salvar así sus vidas
Cuando las tropas soviéticas tomaron el control de Hungría en 1945 apresa­ron a Wallenberg -nunca se supo por qué- y le confinaron en una cárcel de Siberia. A partir de entonces no volvió a saberse nada acerca de su parade­ro. Se hizo una película sobre su vida en la que le personificó el actor norteamericano Richard Chamberlain.

Sanz Briz

El joven diplomático Ángel Sanz Briz, encargado de negocios de la embajada de España en Hungría, emuló a Wallenberg salvando a miles de judíos de la deportación y la muerte; (muchos de ellos eras sefardíes.)
Sanz Briz trabajó en el límite de las leyes españolas y húngaras. A todos los hebreos que tenían una mínima justíficación para salir del país les entregaba un pasapor­te por tres meses y al resto un salvocon­ducto.
Familiares residentes en España han solicitado la ciudadanía española para las personas aquí nombradas. La lega­ción española, que se halla facultada pa­ra extenderles un visado de viaje, pide a las autoridades competentes que tengan presente esta circunstancia para Io que atañe a eventuales medidas”.
A este párrafo básico de un extenso formulario se adaptaban los datos y circunstancias de cada caso en las cartas de protección.
Diego Carcedo escribió recientemente un libro titulado Un español frente al Holocausto, editado por Lemas de Hoy, que tuvo un éxito de venta sin precedentes. En él cuenta pormenorizadamente la heroica labor de Sanz Briz, que le valió en 1991 el título de Justo de la Humanidad concedido por el Parlamento israelí.
Á Sanz Briz, como a Oskar Schindler, le tocó el Talmud: “Quien salva la vida de un hombre salva a la humanidad entera”.
Diego Carcedo es un conocido perio­dista español que recorrió medio mundo como corresponsal volante de la agencia de noticias Pyresa, ocupó luego cargos importantes en Televisión Española, escribió algunos li­bros y recibió premios por varios de sus trabajos.

Oskar Schindler y He Fengshan

De la vida y milagros de Oskar Schindler nos enteramos por el libro del escritor australiano Thomas Keneally, El arca de Schindler. Después vimos la película La lista de Schindler, de Steven Spielberg. que protagonizada por Liam Nesson, Ben Kingsley y Ralph Fiennes ganó cinco Óscars en 1993.
Schindler, bajo la cobertura de un industrial manufacturero con mano de obra gratis, primero en Polonia y luego en los Sudetes -una región montañosa de Checoslovaquia anexada al III Reich en 1938-, salvó a 1200 judíos destinados a a morir en Auschwitz y otros campos de exterminio.
He Fengshan, cónsul de China en Viena (Austria) a principios de la Segunda Guerra Mundial, hizo suyos los procedimientos de Wallenberg y Sanz Briz para salvar a millares de judíos de una muerte segura. incumpliendo las órde­nes de su propio gobierno.
Fengshan –muerto en 1997 en el exilio en los Es­tados Unidos, a los 96 años- sirvió en Viena entre mayo de 1938 y 1940. Extendió visados a 1300 judíos hasta que las autoridades germanas cerraron su consulado a comienzos de 1939.
Fengshan no se amilanó y alquiló un piso que pagaba con su dinero, a fin de continuar con su actividad en otro lugar pero con el mismo objetivo.
Muchos de los ju­díos salvados por él quedaron internados en un gueto de Shanghai después de la invasión japonesa a China. Otros, más afortunados, pudieron escapar a diversos países.
Su labor humanitaria en Europa coincidió con el salvajismo que se desató en China cuando los japoneses llevaron a cabo la matanza de Nankin en 1937, que dejó casi 300000 muertos.
El diplomático portugués Arístides de Sousa Mendes emitió más de 30000 pasaportes a judíos y otras personas pertenecientes a otras minorías raciales perseguidas por el nazismo, lo cual le costó la carrera. El jefe del Estado portugués, Oliveira Salazar le retiró de su puesto de embajador en 1941. De Sousa Mendes murió en 1954, sumido en la locura y la pobreza.
El sacerdote de ascendencia irlandesa Hugh O´Flaherty utilizó sus contactos diplomáticos en el Vaticano para salvar las vidas de 6500 judíos y proporcionarles asilo. Denominado La Pimpinela Escarlata del Vaticano, fue encarnado por Gregory Peck en la película para la televisión The Scarlet and the Black (Escarlata y Negro)

“¡Es la realidad…!”

Sanz Briz repasaba un día un docu­mento que iba a enviar al Palacio Santa Cruz -sede del Ministerio de Asuntos Exteriores de España-. Empezaba di­ciendo: “Ante las monstruosas cruelda­des perpetradas en este país contra los individuos de raza israelita…”.
Le trajeron un cable: “Toda la ciudad está cercada…, informan fuentes militares…”
El diplomático volvió a su documento y lo leyó por cuarta vez: “Ante las monstruosas crueldades…”
“¡Es la realidad…!”, dijo Sanz Briz, y dio curso a su escrito.
Un comerciante italiano que se hizo pasar por cónsul español en Hungría durante 1944, Giorgio Perlasca, continuó la labor humanitaria de Sanz Briz.
Lo mismo, y con idéntico sistema, hicieron en París Eduardo Propper de Callejón y Bernardo Rolland de Miota, colegas y compatriotas de Sanz Briz.
La lista de los españoles se prolonga con José Rojas Romero en Bucarest, Sebastián Romero Radigales en Atenas, Julio Palencia Tubau en Sofía, Miguel Angel de Muguiro en Budapest, Juan Schwartz Díaz-Flores en Viena y José Ruiz Santaella en Berlín.
 Las hermanas Lola, Amparo y Julia Touza de Rivadavia (localidad de la provincia gallega de Orense) ayudaron a 500 judíos a escapar de la persecución nazi.

Justos de la Humanidad latinoamericanos

También en América Latina proliferaron Justos de la Humanidad como el militar y diplomático salvadoreño José Arturo Castellanos, destinado en el consulado general de su país en Ginebra, que ayudó a salvar a 40000 judíos.
El diplomático mexicano Gilberto Basques emitió legalmente visados para centenares de judíos durante el gobierno del régimen de Vichy en Francia.
Sé que muchos pensarán, y puede que alguno me lo diga: “Vieja data”. Sí, ha pasado mucho tiempo desde que un grupo de héroes dio una nueva razón de ser a la humanidad, Justos de la Humanidad, los llamaron. Sus hazañas fueron harto conocidas y divulgadas y sus nombres están escritos en la historia. Nunca está de más volver a recordarlos. Nunca mejor que en estos días de recogimiento y meditación.

© José Luis Alvarez Fermosel
 

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