Diplomáticos de
varios países –entre ellos España- salvaron a miles de judíos del exterminio en
los campos de concentración nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Raoul
Wallenberg, Oskar Schindler –que no fue diplomático, sino hombre de negocios-,
Angel Sanz Briz, He Fengshan...
Todos ellos dieron una nueva razón de
ser a la humanidad, después del Holocausto.
Algunos figuraron en libros y más tarde
en películas, como Wallenberg, Schindler, Sanz Briz, Hugh O´Flaherty… De otros
se sabe poco, o nada.
No tengo noticia de que por fin se haya
erigido un monumento en Argentina en honor del Schindler sueco: Raoul
Wallenberg, un aristócrata y diplomático que salvó en Budapest a infinidad de
judíos perseguidos a sangre y fuego por el régimen de Adolf Hitler. Pero quizá
Wallenberg tiene ya su estatua y yo estoy mal informado.
Wallenberg, que tenía entonces 32 años,
aprovechó su condición de diplomático
para proveer de salvoconductos a decenas de miles de judíos, quienes
pudieron abandonar la capital de Hungría y salvar así sus vidas
Cuando las tropas soviéticas tomaron el
control de Hungría en 1945 apresaron a Wallenberg -nunca se supo por qué- y le
confinaron en una cárcel de Siberia. A partir de entonces no volvió a saberse
nada acerca de su paradero. Se hizo una película sobre su vida en la que le
personificó el actor norteamericano Richard Chamberlain.
Sanz Briz
El joven diplomático Ángel Sanz Briz,
encargado de negocios de la embajada de España en Hungría, emuló a
Wallenberg salvando a miles de judíos de la deportación y la muerte; (muchos de
ellos eras sefardíes.)
Sanz Briz trabajó en el límite de las
leyes españolas y húngaras. A todos los hebreos que tenían una mínima
justíficación para salir del país les entregaba un pasaporte por tres meses y
al resto un salvoconducto.
“Familiares
residentes en España han solicitado la ciudadanía española para las personas
aquí nombradas. La legación española, que se halla facultada para extenderles
un visado de viaje, pide a las autoridades competentes que tengan presente esta
circunstancia para Io que atañe a eventuales medidas”.
A este párrafo básico de un extenso
formulario se adaptaban los datos y circunstancias de cada caso en las cartas
de protección.
Diego Carcedo escribió recientemente un
libro titulado Un español frente al Holocausto, editado por Lemas de
Hoy, que tuvo un éxito de venta sin precedentes. En él cuenta
pormenorizadamente la heroica labor de Sanz Briz, que le valió en 1991 el
título de Justo de la Humanidad concedido por el Parlamento israelí.
Á Sanz Briz, como a Oskar Schindler, le
tocó el Talmud: “Quien salva la vida de un hombre salva a la humanidad
entera”.
Diego Carcedo es un conocido periodista
español que recorrió medio mundo como corresponsal volante de la agencia de
noticias Pyresa, ocupó luego cargos importantes en Televisión Española,
escribió algunos libros y recibió premios por varios de sus trabajos.
Oskar Schindler y He Fengshan
De la vida y milagros de Oskar Schindler
nos enteramos por el libro del escritor australiano Thomas Keneally, El arca
de Schindler. Después vimos la película La lista de Schindler, de
Steven Spielberg. que protagonizada por Liam Nesson, Ben Kingsley y Ralph
Fiennes ganó cinco Óscars en 1993.
Schindler, bajo la cobertura de un
industrial manufacturero con mano de obra gratis, primero en Polonia y luego en
los Sudetes -una región montañosa de Checoslovaquia anexada al III Reich en
1938-, salvó a 1200 judíos destinados a a morir en Auschwitz y otros campos de
exterminio.
He Fengshan, cónsul de China en Viena
(Austria) a principios de la Segunda Guerra Mundial, hizo suyos los
procedimientos de Wallenberg y Sanz Briz para salvar a millares de judíos de
una muerte segura. incumpliendo las órdenes de su propio gobierno.
Fengshan –muerto en 1997 en el exilio en
los Estados Unidos, a los 96 años- sirvió en Viena entre mayo de 1938 y
1940. Extendió visados a 1300 judíos hasta que las autoridades germanas
cerraron su consulado a comienzos de 1939.
Fengshan no se amilanó y alquiló un piso
que pagaba con su dinero, a fin de continuar con su actividad en otro lugar
pero con el mismo objetivo.
Muchos de los judíos salvados por él
quedaron internados en un gueto de Shanghai después de la invasión japonesa a
China. Otros, más afortunados, pudieron escapar a diversos países.
Su labor humanitaria en Europa coincidió
con el salvajismo que se desató en China cuando los japoneses llevaron a cabo
la matanza de Nankin en 1937, que dejó casi 300000 muertos.
El diplomático portugués Arístides de
Sousa Mendes emitió más de 30000 pasaportes a judíos y otras personas
pertenecientes a otras minorías raciales perseguidas por el nazismo, lo cual le
costó la carrera. El jefe del Estado portugués, Oliveira Salazar le retiró de su
puesto de embajador en 1941. De Sousa Mendes murió en 1954, sumido en la locura
y la pobreza.
El sacerdote de ascendencia irlandesa
Hugh O´Flaherty utilizó sus contactos diplomáticos en el Vaticano para salvar
las vidas de 6500 judíos y proporcionarles asilo. Denominado La Pimpinela
Escarlata del Vaticano, fue encarnado por Gregory Peck en la película para
la televisión The Scarlet and the Black (Escarlata y Negro)
“¡Es la realidad…!”
Sanz
Briz repasaba un día un documento que iba a enviar al Palacio Santa Cruz -sede
del Ministerio de Asuntos Exteriores de España-. Empezaba diciendo: “Ante
las monstruosas crueldades perpetradas en este país contra los individuos de
raza israelita…”.
Le
trajeron un cable: “Toda la ciudad está cercada…, informan fuentes
militares…”
El
diplomático volvió a su documento y lo leyó por cuarta vez: “Ante las
monstruosas crueldades…”
“¡Es
la realidad…!”, dijo
Sanz Briz, y dio curso a su escrito.
Un
comerciante italiano que se hizo pasar por cónsul español en Hungría durante
1944, Giorgio Perlasca, continuó la labor humanitaria de Sanz Briz.
Lo
mismo, y con idéntico sistema, hicieron en París Eduardo Propper de Callejón y
Bernardo Rolland de Miota, colegas y compatriotas de Sanz Briz.
La
lista de los españoles se prolonga con José Rojas Romero en Bucarest, Sebastián
Romero Radigales en Atenas, Julio Palencia Tubau en Sofía, Miguel Angel de
Muguiro en Budapest, Juan Schwartz Díaz-Flores en Viena y José Ruiz Santaella
en Berlín.
Las hermanas Lola, Amparo y Julia Touza de
Rivadavia (localidad de la provincia gallega de Orense) ayudaron a 500 judíos a
escapar de la persecución nazi.
Justos
de la Humanidad latinoamericanos
También
en América Latina proliferaron Justos de la Humanidad como el militar y
diplomático salvadoreño José Arturo Castellanos, destinado en el consulado
general de su país en Ginebra, que ayudó a salvar a 40000 judíos.
El
diplomático mexicano Gilberto Basques emitió legalmente visados para centenares
de judíos durante el gobierno del régimen de Vichy en Francia.
Sé
que muchos pensarán, y puede que alguno me lo diga: “Vieja data”. Sí, ha
pasado mucho tiempo desde que un grupo de héroes dio una nueva razón de ser a
la humanidad, Justos de la Humanidad, los llamaron. Sus hazañas fueron harto
conocidas y divulgadas y sus nombres están escritos en la historia. Nunca está
de más volver a recordarlos. Nunca mejor que en estos días de recogimiento y
meditación.
©
José Luis Alvarez Fermosel
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