“Es propio del hombre sabio alimentarse moderadamente de agradable
comida y bebida, y obtener placer de los perfumes, de la belleza, de las
plantas vivas, del vestido, de la música, de deportes y teatros, y otros
lugares de esta índole que puede el hombre usar sin inferir daño a sus
congéneres”.
Esto dijo el pensador
holandés Baruch Spinoza en su obra Etica,
escrita en 1765 y publicada después de su muerte, ocurrida en 1677. Había
nacido en 1632.
Spinoza definió la
codicia como (…) una especie de locura,
aunque no enumerada entre las enfermedades.
Heredero crítico del
cartesianismo, Baruch Spinoza está considerado como uno de los tres grandes
racionalistas del pensamiento del siglo XVIII, junto con el francés René
Descartes y el alemán Gottfried Leibniz.
Compartió con Thomas
Hobbes el pensamiento determinista.
En lo político se le
considera precursor de Jean-Jacques Rousseau.
Spinoza publicó sólo
dos libros en su vida: Principios de la
filosofía de Descartes y Tratado
teológico político, obra ésta última que causó un gran revuelo por su
crítica racionalista de la religión.
El resto de sus
obras, incluída Etica, vio la luz
después de su muerte, publicada por sus amigos.
No vendría mal, con
los tiempos que corren, añadir a las citas de Spinoza ésta del Sexto Canto del Inferno, de Dante: La soberbia, la envidia y la codicia son
las tres chispas que han prendido fuego a los corazones de todos. De
rigurosa actualidad.
Poca ética y menos
estética, si cabe, caracterizan el posmodernismo en que nos debatimos.
Volviendo a Spinoza
y a otros tiempos, cuando abundaba la ética –que trata de la moral y los
deberes del hombre--, y la estética se centraba en el estudio de la esencia del
arte y de las relaciones de ésta con la belleza, recuerdo a mi abuelo paterno
hojeando una edición de la Etica de
Spinoza encuadernado en cuero azul e impreso en Londres, poco después del año
1700. Siempre que lo veía me leía un párrafo.
La primera edición
de la Etica de Spinoza apareció en
1677.
Es un libro que
merece la pena leer y que lo relean aquellos que ya lo leyeron una vez. Hay
ediciones baratas.
© José Luis Alvarez Fermosel
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