Desaparecida, quieras que no, mi obsesión por ser cantante de
ópera, como ya he contado, me tiraba mucho el teatro.
A los 16 años daba los vales de teatro debajo de un cartel que
decía: Se prohibe dar vales de teatro.
Dos años más tarde, en primero de Derecho, quise integrar el
grupo Los Goliardos, pero lo único que me ofrecieron fue un puesto de ayudante
de “atrezzo”.
Admiraba a infinidad de dramaturgos y comediógrafos de todas
las nacionalidades. De los españoles, mis preferidos eran Alfonso Sastre, Buero
Vallejo, Mihura, Jardiel; Alfonso Paso (ver foto), a quien veía casi a diario
en el café Gijón, con su pelo blanco y su sempiterno cigarro habano.
Jardiel Poncela, cuando descubrió a Fernando Fernán Gómez
haciendo un breve papel de criado en una comedia de tres al cuarto, escribió
una obra que giraba en torno a él, y hasta le llamó “El pelirrojo” al
personaje. Como recordó Francisco Umbral, en esa ocasión el papel nació del
actor y no a la inversa, como suele ser.
Fernando Fernán Gómez estudió en mi mismo colegio de los
Maristas. Todos los años iba a la fiesta que se celebraba el 19 de marzo, día
de San José, en el patio principal. No nos atrevíamos a pedirle un autógrafo
porque nos habían dicho que era un poco cascarrabias.
Charlaba yo un día de teatro con una amiga durante un almuerzo
en Baviera –un restaurante muy bueno de la calle de Alcalá, que ya no está-. Mi
amiga acababa de llegar de Nueva York.
- El panorama en Broadway, esta temporada, no es así como
precisamente alentador. Ah, te cuento una… llamémosla anécdota. En un teatro de
Manhattan tuvo que bajarse el telón a mitad del segundo acto porque la primera
actriz estaba completamente borracha (1).
Fui modelo publicitario y trabajé como tal en Madrid y Lisboa, cuando
no es que fuera imberbe, sino que todavía no me dejaba mi perilla a lo Van Dyck.
Ya en estas playas protagonicé el cortometraje para vídeo Madagascar,
en versión libre inspirada en el cuento El viaje, del escritor y músico
uruguayo Leo Masliah. Me dirigió mi gran amiga Mara Sala.
Luego me presenté en The Cavern Club del Paseo La Plaza
con mi unipersonal Aventuras y Memorias, que tuvo buen éxito.
El maestro de música que me impugnó categóricamente para
cantar, en mi más tierna infancia, tenía razón.
Y yo, si bien se mira, pues de no ser cantante hubiera podido
ser actor.
(1)
Histórico
©
José Luis Alvarez Fermosel
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