domingo, 7 de septiembre de 2008

Fantasía



¿Adónde vas, “mon capitaine”?

Me gustaría haber sido capitán de mar y guerra de un cuento de barcos y marinos de Joseph Conrad.
Barba en abanico, guerrera azul con botones dorados, pipa de espuma de mar; en la frente, una pálida cicatriz.
Un tomo de versos de Wodsworth sobre el cuaderno de bitácora. Un tucán disecado. Sextantes.
San Francisco. Taormina. El Pireo. Hong Kong. Panamá. Madagascar…
En el camarote, sobre una mesa de caoba, cartas marinas, una botella de ron, una esfera armilar, un revólver Lafaucheux y una gorra de plato con galón dorado; compases, una lanza malaya, un idolillo azteca de color siena.
Arriba, los palos, el velámen. Abajo, pistones, cobres, manómetros, relojes.
Las olas. Un albatros. Nubes.
Mar y cielo. Cielo y mar. Entre la bruma, el horizonte, de un rosa de acuarela.
- ¡Tierra!
- ¡Un cuarto a estribor!
El muelle. Gemir de sirenas. El áncora.
Un cafetín, en el puerto. Ginebra. Humo de tabaco de contrabando. Marineros de camisas a rayas. Música de acordeón. Una mulata antillana pregunta:
- ¿De dónde vienes, “mon capitaine”?
- Del mar
Un suspiro.
- ¿Adónde vas, “mon capitaine”?
- Al mar.
Tarde esmerilada, melancólica, con ojeras violeta como una daifa al alba. Un cielo loco de gaviotas.
El barco en la bahía, manchón gris entre harapos de niebla coagulada.




© José Luis Alvarez Fermosel




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