sábado, 6 de septiembre de 2008

Contadora


Una isla con historia

Contadora es una de las muchas islas que compo­nen el Archipiélago de las Perlas. Está situada a 35 mi­llas al sureste de Panamá. Mide 750 hectáreas. Al hotel principal, el Resort, de 300 habitaciones, se llega en 20 minutos en pequeños aviones, con capacidad para 15 o 20 personas, que parten del aeropuerto Albrook de Panamá, que fue una base norteamericana .
En este paraíso caribeño de ve­getación semiselvática hay 13 playas de arena blanca como la harina y aguas transpa­rentes. Las más importantes son Playa Larga, frente al hotel Contadora, Playa Galeón, al lado del hotel Galeón y Playa Cacique. También hay una playa nudista: Las Suecas. En todas se desarrollan actividades ecológicas y se practican el buceo, la pesca submarina y otros deportes.
En Contadora estuvieron asilados el sha del Irán Reza Pahlevi –cuando dejó de serlo- y, antes, el mexicano Benito Juárez (“El Indio Juárez", vencedor del emperador austríaco Maximilia­no en Querétaro, en 1867), el prócer cubano Antonio Maceo y el ecuatoriano Eloy Alfaro.
Contadora fue siglos atrás refu­gio de piratas y bucaneros, al igual que otras islas del Archipiélago de las Perlas. A sus pla­yas, sembradas ahora de zonas residenciales, arribaban los corsarios para hacer allí el recuento de sus botines y el reparto co­rrespondiente.
De ahí le viene a la isla el nombre de Contadora. Fue catapultada al turismo por Ga­briel Lewis Galindo, un magnate que, además, fue embajador de Panamá en Estados Unidos.
Galindo tuvo que anclar un día en Contado­ra porque su yate se había ave­riado. La increíble belleza de es­ta isla, su excelente clima y sus mil y una bondades le impacta­ron y deci­dió convertir esas pocas hectáreas en un centro turístico universal.
La isla Contadora cuen­ta con una fuerte empresa esta­tal que administra dos hoteles suntuarios y una gran cantidad de no menos lujosas mansiones. En unas viven millonarios y otras se alquilan a algunos de los 500.000 turistas que la visitan todos los años.
En la isla se reunieron varios presidentes latinoamericanos. En la casa de Lewis Galindo se realizaron intensas y muy difíci­les rondas de las negociaciones panameño-estadounidenses que concluyeron en 1977 con la fir­ma del tratado Torrijos-Carter, en virtud del cual se otorgó a Panamá la soberanía del canal, que pasó definitivamente a manos panameñas en 1999.




© José Luis Alvarez Fermosel

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