sábado, 2 de agosto de 2008

Aquellos viejos cafés de Buenos Aires...

La piqueta del progreso no ha dejado en pie casi ninguno de los viejos cafés de Buenos Aires, muchos de ellos inmortalizados por el tango y otros convertidos en museos para turistas, como “El Tortoni”, o en reductos de una joven, y no tan joven intelectualidad contestataria, como "La Paz", en el que todo el mundo pide guerra.
El “cafetín de Buenos Aires”, de cuya “(…) mezcla milagrosa de bohemios y suicidas se aprendía filosofía, dados, timba y la poesía cruel de no pensar más en ti…”, fue sustituído hace tiempo por “pubs” con chopera de cerveza negra y camareros jóvenes en mangas de camisa.
Los viejos tangueros del Abasto –el barrio de Carlos Gardel- y los no menos veteranos y eternos glosadores de aquel Buenos Aires del diario “Crítica”, Canaro y su orquesta y una calle Corrientes que nunca dormía, caldean ahora su nostalgia con un whisky en modernas cafeterías con mesas de acrílico y profusión de plantas artificiales.
Uno de los cafés más llorados fue “La banderita”, que nació hace casi dos siglos como posada, pulpería y casa de postas para el cambio de caballos. Estaba en el barrio de Barracas, del que era un hito…y un mito. Algunos de sus parroquianos fueron contertulios del letrista de tangos Juan de Dios Filiberto, el pintor Quinquela Martín y el poeta Horacio Ferrer.
A un costado de “La banderita” se hizo una pista para las cuadreras –de 700 metros de longitud- en las que se disputaron las primeras carreras de caballos, precursoras de las que hoy animan los modernos hipódromos de Palermo y San Isidro.
Se jugaba mucho dinero y en el puesto demarcatorio del final –recuerdan los memoriosos-, los perdedores se consolaban de su mala suerte echando un trago, o sea, varios, en la pulpería de Salvador Troise, “El cohetero”, así llamado porque tenía una fábrica de fuegos artificiales.
A muchos viejos restaurantes también se los llevó la trampa. Algunos, remodelados y “aggiornados” como “Bachín” y “Pichín”, reabrieron sus puertas muchos años después y ahí están, sin el carácter, el color y el calor que tuvieron cuando la genta hacía cola en la noche frente a sus puertas.
Las corcheas convivían en esos reductos del buen comer -¡y barato!- con las fusas…y los chorizos parrilleros, mientras las voces canoras y sonoras de poetas urbanos –e incluso suburbanos-, como Alejandro Vignati y Daniel Giribaldi rebotaban contra las ristras de jamones colgados del techo y los anaqueles barrocos de una botillería abundante y lujosa que albergaba amorosamente los caldos vernáculos.
Ahora no se come bien y barato en Buenos Aires, ni hay tertulias de café, ni ginebra de barril, ni versos.

© José Luis Alvarez Fermosel

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“La locomotora del amor” (http://elcaballeroespanol.blogspot.com/2008/05/la-locomotora-del-amor.html)









6 comentarios:

Florencia Iglesias dijo...

Acabo e leer todo tu currículum y quedé pasmada. Es que llegué a tu blog por casualidad y empecé a leerlo y pensé "qué bien escribe este hombre"... Por otro lado, lo que contás me resulta familiar -por haber vivido en Buenos Aires casi toda mi vida (ahora llevo seis años en España)- y a la vez, me dio tristeza; yo siento cierta nostalgia de una época que no viví: esa de los poetas en los bares, el ingenio popular girando con una cuchara de café o hundiéndose en una ginebra. Nos queda la esperanza de que saber que el ingenio no muere, deberemos buscarlo por otros sitios. Saludos y me encanta tu blog.

Anónimo dijo...

Florencia: tú también escribes bien. Tu relato sobre el ascensor y sus habitantes es muy bueno. Espero que mis compatriotas te traten bien. Yo también siento nostalgia... pero de la época que he vivido. Gracias por tus simpáticas líneas y tus elogios. Cariños.

Florencia Iglesias dijo...

Muchas gracias, no en vano le has puesto este nombre a tu página. Tus compatriotas son muy buena gente, no puedo quejarme. Seguiré leyéndote.Saludos.

Anónimo dijo...

Muchas gracias, Florencia. En realidad El Caballero Español es un... "título" que me puso hace muchos años mi amigo, Rolando Hanglin, para una radio. Todavía sigo en el éter, si bien en otra emisora (Radio 10). Tómate uno de estos días una caña a mi salud en cualquiera de esos bares hispánicos tan simpáticos. Saludos.

Anónimo dijo...

caballero sos un idolo te descubri de casualidad. siempre me acuerdo de vos al ir a comer a Otoxo que lo nombraste hace unos años.Me encanta tu filosofia y tu forma de ser: voy a andar por Madrid de paso a Medio Oriente, asi que recomendame un lugar para almorzar, ya que me escaparé de barajas por cuatro horas. lueego te conta´r a mi regreso esos maravilloso sabores de medio orient. chauuu

Anónimo dijo...

Laleona: no sé si te va a dar tiempo a salir de Barajas, almorzar y volver a tiempo de abordar el vuelo a Medio Oriente. Te recomiendo Casa Lucio, que en una de las 2 Cavas: la Cava Baja o la Cava Alta. Se come muy bien y el todo Madrid. Es algo así como la vieja cantina de Pepe Fechoría en Córdoba y Gascón, hace mucho años. Lucio es algo así como el Pepe Fechoría de Madrid, pero bastante más caro. Enfrente del restaurante Lucio, está la taberna, donde también se come muy bien y es sensiblemente más barata. Que tengas muy buen viaje y no dejes de contarme cosas desde donde estés. Muchos cariños.