sábado, 30 de agosto de 2008

No a la tortilla líquida servida en copa

Voces más autorizadas que la nuestra entonan “urbi et orbi” el lamento que provocan las creaciones de la cocina de laboratorio.
Uno, que ya ha formulado su crítica, se siente alborozado al pensar que su posición no es exagerada, ni intransigente ni misoneísta: es la misma que la de otros muchos.
Al pan, pan y al vino, vino. Dejémonos de barrocas sofisticaciones elevadas a la enésima potencia.
Juramos no probar la tortilla de patatas líquida, servida en copa, ni utilizar un mechero Bunsen de laboratorio para activar el asado del costillar de cordero, ni convertir el nitrógeno en líquido en virtud de un proceso de licuefacción y tomarlo con cuchara, como si fuera sopa.
Queden estas prácticas para los cultores de la cocina molecular, que a juicio de mi brillante compatriota y colega Manuel Vicent (leer nota relacionada), se basa y se centra en la ciencia ficción.
Y, claro, como está de última moda, la legión de esnobs se despepita por estar a “la page” y se traga la caricatura retorcida del noble condumio clásico.
Con el vino pasa lo mismo que con la comida ficción. Cada vez lo desvirtúan más. Se siguen llevando los varietales, impuestos por los marquetineros norteamericanos. Ya cansan tanto Malbec y tanto vino tinto que, en realidad, es negro y tiñe el vaso de azul violeta.
Lo que se oye en las catas de los nuevos caldos, que cada vez salen antes al mercado, es verdaderamente bizarro, como se dice ahora.
Miguel Brascó, que sabe de ésto lo suyo y lo del vecino –prueba 1.200 vinos al año-, califica de “absolutamente macaneadores” a quienes sostienen, por ejemplo, que tal o cual vino tiene aroma de silla de caballo sudado, de chocolate negro con pimienta, de algarroba seca o de fósforo de madera encendido.
“La revista ‘Wine Spectator’ –recuerda Brascó en una entrevista de Liliana Morelli (leer nota relacionada)- se especializa en esas descripciones con metáforas propias de los norteamericanos: ‘Fragancia de pastel de manzana puesto a enfriar en la ventana…’ Acá no se come ‘apple pie’, las cocinas no tienen ventana”…
Tortilla de patata y vino tinto, oiga usted. La tortilla sólida -en todo caso, jugosa-; el vino líquido y que sepa lisa y llanamente a vino bueno.


© José Luis Alvarez Fermosel


Notas relacionadas:

“La cocina"
(http://www.elpais.com/articulo/ultima/cocina/elpepiult/20080525elpepiult_1/Tes)
“Tengo buena relación con el demonio” (
http://www.revista-noticias.com.ar/comun/nota.php?art=1562&ed=1653)

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