domingo, 14 de abril de 2013

Farola vigía de una tarde de oro



La farola tiene varios brazos, a diferencia del farol, como se sabe. Esta farola en particular toma del reflejo de un dorado atardecer madrileño un desvaído color de uva tinta que se deposita en cada una de sus dos lámparas, o faroles.
Una luminosidad adelantada, podría decirse que de regalo, pues la farola aún no está encendida y es un elemento secundario, pese al arte de su forja, ya que el conjunto de colores y luces doradas, cárdenas arriba, a la derecha, ligeramente desvaídas abajo componen una sinfonía tan rica y esplendente como el oro mismo.
De oro parece la cúpula del edificio Metrópolis, que se ve al fondo, con la Victoria alada de Federico Collaut Valera, que reemplazó al Ave Fénix cuando el inmueble albergaba otra empresa: La Unión y el Fénix.
La tarde madrileña se va como una príncesa envuelta en ropajes aúreos, pero de verdad, no como el rey del cuento de Andersen, que iba desnudo.
La luz apenas tamizada adorna con majestuosa sordina, a la vez, el edificio de la joyería Grassi, que sustituyó al salón de té Sicilia Molinero –todo el mundo le quitaba el Sicilia y decía sencillamente Molinero-. Pero sólo se ve la cúpula de Metrópolis en la foto. Uno, porque sabe…
Sicilia Molinero fue años ha un salón de té selecto y encantador, que estuvo muy de moda. Allí se veían, y se hablaban en voz baja con las manos tomadas, la marquesa de Amboages y el torero Domingo Ortega, que mantenían un romance secreto del que estaba enterado todo Madrid.
Allí celebraron alguna vez su aniversario de boda mis tíos Antonio y Elena Carvajales y su primera comunión mi primo Antonio, que parecía muy calladito y muy formal pero sí, sí...
La música tiene un gran poder evocativo, es verdad. También fotografías tan bellas como ésta, que conjuga con serenidad de crepúsculo un asombroso juego de luces doradas que se adhieren a ese cielo azul de Madrid, el cielo de Velázquez.
En ese primer tramo de la Gran Vía de Madrid, que en la foto no ilumina la farola, sino la mágica luz de la tarde, están, asímismo, el Edificio La Estrella, el Hotel Roma y el Casino Militar.
Y el recuerdo de nuestra dorada juventud, tan dorada como la luz de las postrimerías de la tarde que captó ese fotógrafo que siempre está allí.

© José Luis Alvarez Fermosel

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