miércoles, 11 de junio de 2008

"Automat"

Vuelve Edward Hopper a estas páginas con una imagen sombría y desolada, muy de un estilo que define rotundamente, con gran expresividad, la soledad y la melancolía de ciertos personajes de las grandes ciudades: la gente marchita que espera a Godot en cafeterías solitarias iluminadas “a giorno”, entrada ya la noche, o en anodinos cuartos de hotel a la luz cansina del atardecer.
Dotado de una capacidad de síntesis y de un sentido del detalle que envidiaría más de un reportero, este magistral pintor estadounidense rubrica siempre sus obras con un toque no por vulgar (en apariencia), esperado o normal, menos expresivo y definitorio. Así, una escena trivial se convierte en una estampa aliñada con tintas oscuras que tiene un poderoso efecto impactante.
En el caso de la imagen que nos ocupa, la idea de la soledad la da principalmente, aunque parezca mentira, la silla arrimada a la mesa frente a la mujer con el sombrero tragicómico de alas caídas, que sin que nadie nos lo diga sabemos que no va a ser ocupada. Nadie va a venir. La mujer está sola y así permanecerá hasta que decida irse, arrastrando los pies, a la calle gris. El radiador de calefacción también dice lo suyo.
La expresión del rostro de la mujer, que está a punto de tomar un sorbo de un café que se adivina casi frío; las luces del techo que no dan color ni calor al ambiente desangelado, el fondo de ese azul gris oscuro característico de Hopper…
Un clima enigmático y desolado. Personajes que en su banalidad, en su inmovilismo, parece que de pronto podrían hacer algo que no tuviera nada que ver con sus apariencias adocenadas: algo extraordinario o poco común, como volcar una mesa o empuñar un revólver. Edward Hopper.
Ah, el cuadro se titula “Automat”.


© José Luis Alvarez Fermosel

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Justo anoche pasaba por uno de esos cafés perdidos en los callejones porteños, y vi desde la vereda a una mujer sentada sola, con tanta tristeza en su rostro que casi lloraba. Inmediatamente se me vino a la cabeza esta pintura.
No sé por qué, algún psicólogo podrá decirlo, La mujer sola en un café, esperando a alguien que nunca vendrá, se convirtió en una imagen recurrente en mis relatos.
Lo escucho todas las tardes por radio, excelente programa.

Anónimo dijo...

Muchas gracias, Guille Félix. Este Hopper... Aprecio mucho tu fidelidad como oyente del programa. Afectuosos saludos.