Ninguna otra imagen podría reflejar el invierno con tanto realismo y, al mismo tiempo, con tanta belleza como ésta del pintor francés Camille Pissarro (1830-1903). El cuadro se titula “Camino, sol de invierno y nieve”. Fue pintado en 1860. Pertenece a la colección Carmen Thyssen Bornemisza.
Pissarro fue cofundador, guía artístico del Impresionismo y una de sus glorias. Coincidió con Monet en Londres, donde ambos hicieron estudios de edificios envueltos en niebla. Pissarro fue tradicional y se mantuvo escrupulosamente fiel a las premisas de la impresión de la luz y del color.
El cuadro que nos ocupa, pocos días después de haber comenzado el invierno en el hemisferio sur, no puede ser más impresionista.
Las notas, por así llamarlas, distintivas del invierno están ligeramente diluídas, pero con la habilidad suficiente como para que no pierdan presencia y comuniquen una impresión sin la fuerza extrema de una fotografía o de un dibujo hiperrealista, pero con gran expresividad.
Rastros de una nevada -no mucha nieve, ni en primer plano-, unos pocos árboles, el azul del cielo nublado en parte, duro; y, sobre todo, la lejanía, en la que se va a sumir un lento carricoche oscuro, muestran al invierno como sólo un genio del impresionismo podría hacerlo.
Pissarro fue cofundador, guía artístico del Impresionismo y una de sus glorias. Coincidió con Monet en Londres, donde ambos hicieron estudios de edificios envueltos en niebla. Pissarro fue tradicional y se mantuvo escrupulosamente fiel a las premisas de la impresión de la luz y del color.
El cuadro que nos ocupa, pocos días después de haber comenzado el invierno en el hemisferio sur, no puede ser más impresionista.
Las notas, por así llamarlas, distintivas del invierno están ligeramente diluídas, pero con la habilidad suficiente como para que no pierdan presencia y comuniquen una impresión sin la fuerza extrema de una fotografía o de un dibujo hiperrealista, pero con gran expresividad.
Rastros de una nevada -no mucha nieve, ni en primer plano-, unos pocos árboles, el azul del cielo nublado en parte, duro; y, sobre todo, la lejanía, en la que se va a sumir un lento carricoche oscuro, muestran al invierno como sólo un genio del impresionismo podría hacerlo.
© José Luis Alvarez Fermosel
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