viernes, 6 de junio de 2008

Pulgas y sinvergüenzas

La Chelito recitaba con voz angelical: “Tengo una pulga dentro de la camisa, que salta y corre y se desliza…”. Y su mano se metía bajo la camisa y bajaba y subía y se retorcía. El Chantecler ardía. Corrían los primeros años del siglo XX.
El verdadero nombre de la reina del Chantecler, un teatro de Madrid donde la libido se desaforaba, era Consuelo Portela, había nacido en Cuba en 1885 y era hija de un guardia civil. La madre era más de armas llevar que el guardia.
Después de varios años de enfervorizar y afiebrar a los caballeros de bigote retorcido, reloj de bolsillo con leontina y bastón, la Chelito cambió de género, se sacó por fin la traviesa pulga de salva sea la parte y de atrevida cupletista come hombres se convirtió en empresaria de espectáculos y pasó el resto de su vida administrando el teatro Muñoz Seca de Madrid.
En sus días de sicalíptica, como se decía en el delicuescente lenguaje de la época, la Chelito era seguida, perseguida y acosada por los caballeros a los que nos hemos referido más arriba.
Dijeron siempre las lenguas de doble filo que aquellos señores pagaban con largueza los favores de la Chelito.
Un joven apuesto y de buena familia, pero sin un duro, se enamoró de la Chelito y la Chelito de él. La madre de la criatura se puso hecha un basilisco –cosa que no le costaba mucho trabajo- cuando se enteró del asunto.
El endriago halló un día a su hija con el guapo mozo en la casa donde moraban ambas mujeres y lo echó con cajas destempladas con una frase que ha pasado a la historia y ha tenido no pocas repercusiones: “Usted no puede aspirar a la mano de mi hija –ni a ninguna otra parte de su anatomía, se entendió-
porque no tiene dinero; ¡y el que no tiene dinero es un sinvergüenza!”.
El muchacho hizo mutis por el foro. La Chelito engordó, se hizo decente, que es lo que siempre quiso aparentar y se dedicó a la producción de espectáculos asexuados, ya fueran comedias o dramas.
Uno de los mejores fotógrafos del Madrid de finales del siglo XIX y principios de XX, Manuel Company, inmortalizó a la Chelito cuando todavía se columpiaba descocada en sus caderas como Marilú, la filipina, en busca de la famosa pulga.
Y quedó claro que el que no tiene dinero es un sinvergüenza.


Ilustración:

La Chelito retratada por Company



© José Luis Alvarez Fermosel

2 comentarios:

MIGUEL ANGEL MORALES dijo...

Caballero:

Escribo desde México y hasta acá llegó la fama de La Chelito. En el libro titulado Jusep Campalans, de Max Aub, también se le menciona. Como comento este libro en mi blog miguelangelmoralex.blogspot.com, te citaré para que se conozca más de esta ardiente cubana.

Saludos desde la capital de México

Anónimo dijo...

Miguel Angel: muchas gracias por tu mensaje y por citarme. He entrado en tu blog y me han gustado mucho las obras que he visto de tu autoría. Ese estilo de pintura es el que a mí más me gusta. Te felicito por tus premios y te mando un abrazo.