lunes, 27 de octubre de 2008

Savater y la aventura

El escritor y pensador español Fernando Savater acaba de ganar en Barcelona la 57 edición del Premio Planeta de novela con su obra “La hermandad de la buena suerte”. El premio estaba dotado este año con 601.000 euros.
“La hermandad de la buena suerte” es una novela de aventuras… “con cierto aliño metafísico…” –dice su autor- y ambientada en las carreras de caballos, a las que Savater es muy aficionado, a tal punto que cuando viene a Buenos Aires no se pierde una en el hipódromo de Palermo, ni en el de San Isidro.
Savater, de 62 años, vasco de San Sebastián, es un hombre multifacético y jovial, un “scholar” poseedor de una vitalidad y un sentido del humor muy apreciables que lo han situado en un plano preferencial entre sus lectores y los estudiosos de sus teorías filosóficas y políticas –es antiautoritario a muerte y preconiza la instauración en España de una tercera fuerza política, de centro-.
Es autor, entre otras obras, de “La tarea del héroe” (Premio Nacional de Literatura de 1981): un ensayo que refleja su gran interés por desenganchar la ética de la moral y convertirla en una creación abierta, con su propia independencia, lo que a juicio de muchos constituye un propósito que se ha decantado en el campo de la ficción literaria.
La ética es precisamente una de las principales preocupaciones, en términos filosóficos, de Savater, a quien yo veo más como pensador que como filósofo propiamente dicho, pues pienso que no ha creado ningún sistema. Es doctor en Filosofía, eso sí, y ha sido catedrático de Etica en la Universidad del País Vasco. Sus ensayos “Nihilismo y acción” y “La filosofía tachada” conmocionaron en 1972 el panorama de la filosofía española. Se lo considera influido por Nietzsche y Ciorán.
En su “Ensayo sobre Ciorán”, Savater cuenta que durante algún tiempo consideró la posibilidad de escribir su tesis doctoral sobre un filósofo inexistente, a quien pensaba imaginar como discípulo de Heráclito.
Ciorán apenas era conocido en España en aquella época, de modo que en el ambiente universitario empezó a circular la especie de que ese filósofo era una invención de Savater, quien le escribió una carta en la que le decía: “Por aquí dicen que usted no existe”.
El filósofo rumano, impulsor del nihilismo y partidario de la idea de que mejor sería no haber nacido, respondió a Savater con una nota no exenta de humor: “¡Por favor, no los desmienta!”
Pedro González Calero, que blasona de haber sido barrendero, documentalista, profesor de filosofía y titiritero, cuenta esa anécdota en su divertido libro “Filosofía para bufones”.
Fernando Savater supo crear en lo literario una mixtura interesante, heterodoxa y salpimentada por un ingenio incisivo. Ha obtenido infinidad de premios. Eximio cultor de los géneros narrativo y teatral, destacó siempre en el ensayo y el artículo periodístico.
Es un lujo para la despendolada España que sufrimos. A mí me resulta muy simpático, sobre todo, por ser amante de la Aventura con mayúscula, que como ha dicho en alguna ocasión no aumenta ni disminuye, ni crece ni decrece porque es un estado de ánimo.
Creo recordar que Savater, lector de historietas de toda la vida, dijo también que sin sentido aventurero de la vida no hay aventura posible, sino enredos y complicaciones. Se necesita además -y quizás ahí esté la clave- ilusión.
Me alegro, por encima de todo, de que a un escritor tan relevante, de una obra tan densa –en el buen sentido- y tan valiosa como la suya, le hayan dado nada menos que el premio Planeta por una novela de aventuras…“con cierto aliño metafísico” y carreras de caballos al fondo.



© José Luis Alvarez Fermosel
Foto:
Fernando Savater recibiendo el
Premio Planeta 2008 de manos
de la infanta Cristina de España.

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