Una gran cantidad de hombres heterosexuales –al menos en la superficie- se aproxima obsesivamente a la mujer para extraer de ella sus modos, modas, usos y costumbres y adoptarlos. Esta manía raya con lo adictivo y tiene una connotación fetichista, a juicio de muchos observadores.
Los analistas del posmodernismo y el hombre posmoderno, o “macho posmo”, como se le llama en lenguaje familiar, expresan su perplejidad ante esta actitud masculina que ya está marcando tendencia.
El hombre posmoderno, o una buena cantidad de ellos se empeñan en dar a entender que en el hombre hay también algo de mujer y es necesario mostrarlo a toda costa.
Se trata de ser y sentir como mujer. De ahí el hábito, porque ya es un hábito, de usar prendas íntimas femeninas, cuando no de vestirse completamente de mujer, aunque más no sea que un rato, en una fiesta, o en lugares íntimos destinados a ese transformismo temporal que están proliferando por toda la ciudad de Buenos Aires.
Son hombre comunes, de aspecto viril, vestidos –por fuera, al menos- de modo masculino. Los vemos en la oficina, en la redacción, en los transportes públicos, en los restaurantes, en la calle. Tienen pinta de varones. Algunos son muy jóvenes, otros no. A primera vista no parecen gays ni hombres que tengan relaciones frecuentes con travestis, como otros muchos, casados o solteros.
Abunda este tipo de hombre hoy en día. Un hombre que, evidentemente, quisiera ser mujer o sentirse como tal; un hombre que no prescinde de la mujer, que tiene aventuras, que se casa, que tiene hijos pero que no sabe cuál es su verdadera preferencia sexual.
No se anima a encuadrarse en la cultura gay, tan difundida y admirada. Tal vez él quisiera ser gay, gay pasivo, y no se atreve.
Estos especímenes son muy difíciles de entender por los hombres convencionales, los de antes, los de toda la vida; no sabemos cómo clasificarlos, cómo denominarlos, en qué grupo o estamento incluirlos.
Quizás ellos mismos se definan algún día, pero ¿cómo qué? Tenemos ya tantos sexos…
El fenómeno no es sólo argentino; es universal y va de norte a sur y de este a oeste del actual mundo globalizado.
Los analistas del posmodernismo y el hombre posmoderno, o “macho posmo”, como se le llama en lenguaje familiar, expresan su perplejidad ante esta actitud masculina que ya está marcando tendencia.
El hombre posmoderno, o una buena cantidad de ellos se empeñan en dar a entender que en el hombre hay también algo de mujer y es necesario mostrarlo a toda costa.
Se trata de ser y sentir como mujer. De ahí el hábito, porque ya es un hábito, de usar prendas íntimas femeninas, cuando no de vestirse completamente de mujer, aunque más no sea que un rato, en una fiesta, o en lugares íntimos destinados a ese transformismo temporal que están proliferando por toda la ciudad de Buenos Aires.
Son hombre comunes, de aspecto viril, vestidos –por fuera, al menos- de modo masculino. Los vemos en la oficina, en la redacción, en los transportes públicos, en los restaurantes, en la calle. Tienen pinta de varones. Algunos son muy jóvenes, otros no. A primera vista no parecen gays ni hombres que tengan relaciones frecuentes con travestis, como otros muchos, casados o solteros.
Abunda este tipo de hombre hoy en día. Un hombre que, evidentemente, quisiera ser mujer o sentirse como tal; un hombre que no prescinde de la mujer, que tiene aventuras, que se casa, que tiene hijos pero que no sabe cuál es su verdadera preferencia sexual.
No se anima a encuadrarse en la cultura gay, tan difundida y admirada. Tal vez él quisiera ser gay, gay pasivo, y no se atreve.
Estos especímenes son muy difíciles de entender por los hombres convencionales, los de antes, los de toda la vida; no sabemos cómo clasificarlos, cómo denominarlos, en qué grupo o estamento incluirlos.
Quizás ellos mismos se definan algún día, pero ¿cómo qué? Tenemos ya tantos sexos…
El fenómeno no es sólo argentino; es universal y va de norte a sur y de este a oeste del actual mundo globalizado.
© José Luis Alvarez Fermosel
Notas relacionadas:
“En Japón hay un boom de corpiños para hombres”
(http://www.criticadigital.com/impresa/index.php?secc=nota&nid=16658)
“El macho posmo con faldas y a lo loco”
(http://elcaballeroespanol.blogspot.com/2008/09/el-macho-posmo-con-faldas-y-lo-loco.html)
4 comentarios:
Hola, Caballero: ¡Qué cosas raras que existen hoy día! Recuerdo que cuando yo era chica mi hermanito se disfrazó con algunas prendas de mi mamá para unos carnavales. Tenía 11 años. El primer día que se vistió mi padre casi lo mata. Hoy mi hermano se ríé de su picardía pero se horrorizó cuando leyó su nota y otras en diarios extranjeros hablando de algo parecido. Es cierto, no soy gays, no son homosexuales, no queda claro si son heteros, bi o si directamente no son nada. Lo cierto es que no me gusta porque no son travesuras de chicos. Estos "chicos" ya son cuarentones. Lo felicito por el blog (lo leo siempre) y también lo escucho por radio. Besos. Jorgelina.
Me quedo más tranquila Jorgelina.Alguien que se atrevió a hacer un comentario.
Mi querido caballero yo no sabía del macho posmo.Usted me ha enseñado.Creo que es más grave de lo que parece.¿Serán fóbicos al compromiso y al volverse más femeninos, logran esquivarlo?.¿Tendrán la culpa los modistos VIP?,¿ o las mujeres se han vuelto muy permisivas?.HUM......
Espero sus próximas notas al respecto para saber un poco más.Un abrazo maestro!
Susan4
Jorgelina: ¡Menos mal que tu hermano se salvó...! Estos... seres de hoy en día son heterosexuales no practicantes, tal como tú dices tampoco son gays, ni transformistas, ni travestis ni quisieran ser homosexuales pasivos. Lo que verdaderamente les gustaría es ser mujeres, pero no tienen el valor de decírselo a las suyas -casi todos están casados, tienen hijos y son cuarentones y cincuentones-. Dentro de poco asistiremos a su presentación en sociedad. Serán hombres-mujeres. Mil gracias por tu simpático y cordial mensaje y por ser lectora y oyente fiel.
Susan B.: me hago unos líos tremendos con las letras y los números detrás de tu nombre, pero igualmente estimo, valoro y agradezco mucho tus comentarios, siempre tan atinados y tan inteligentes. Pronto leerás más alguna otra nota sobre el deletéreo posmodernismo y sus personajes. Cariños.
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