sábado, 4 de junio de 2011

No se... "muerden"

Los colores marrón y azul no se… “muerden”.
Notables personalidades de diversas disciplinas así lo decretaron.
La más próxima en el tiempo fue el original, brillante y controvertido músico argentino Astor Piazzolla, autor de una pieza muy bella titulada Marrón y Azul.
Piazzolla dijo alguna vez que se inspiró en los siena, los violetas y los azules claros de ciertos cuadros del pintor y escultor francés Georges Braque, creador del cubismo junto con Pablo Picasso y Juan Gris.

Un filósofo en marrón y azul

Ludwig Wittgenstein fue un filósofo en marrón y azul. Su cuaderno azul contiene las clases impartidas en la universidad inglesa de Cambridge en el curso 1933-1934. A esos apuntes, copiados en multicopista, se les puso una cubierta de color azul.
El marrón corresponde a la portada del cuaderno con las notas pasadas por Wittgenstein a sus discípulos Francis Skinner y Alice Ambrose entre 1934 y 1935.
Ambos cuadernos, si no en el color de sus tapas, coinciden en subrayar el concepto de Juego del Lenguaje que marca el punto de inflexión entre el Wittgenstein del Tractatus y el de las Investigaciones Filosóficas.
Wittgenstein, austríaco de nacimiento, vivió y estudió en Inglaterra y terminó por convertirse en súbdito británico. Fue alumno y amigo de Bertrand Russell.
Para Wittgenstein los problemas filosóficos se plantean cuando hacemos un uso indebido del idioma y lo obligamos a desenvolverse en un medio que no es el suyo. ¡Interesante teoría la suya!

El marrón y azul de los “petiteros”

El Petit Café era allá por los años 50 un reducto de “niños bien”, rabiosamente antiperonistas. Perón les colgó el remoquete de “petiteros”.
El político demócrata progresista Horacio Thedy, uno de los más conspicuos “petiteros”, puso de moda el blazer azul con botones metálicos y el pantalón de gabardina color té con leche. Marrón, o “beige”, otra vez y azul.
Thedy, elegante, distinguido, era un eximio “gourmet”. También puso en boga el “clarito”: una variedad del martini seco que en vez de llevar una o dos aceitunas verdes incorporaba una cortecita de limón.
El Petit Café, inaugurado a finales del siglo XIX, perduró hasta la década del 70. Estaba ubicado en la céntrica avenida de Santa Fe –la gran vía del norte-, cerca de Callao, en un barrio privilegiado y señorial, ahora en decadencia. En su larga historia, el Petit Café formó parte de Buenos Aires, con carácter emblemático.
Parece evidente, a estas alturas, que los tonos marrón y azul combinan, “casan”, no se…”muerden”. Es posible que siempre se considerara así, y también que a los amantes de las combinaciones de colores convencionales no les gustara ésta del marrón y el azul.
Los intelectuales, cosa que no suele ocurrir, sentaron cátedra en esta cuestión, que parece baladí y quizás no lo sea.

Ilustración:
El parque de Carrières-Saint-Denis (Georges Braque)

© José Luis Alvarez Fermosel

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