sábado, 18 de junio de 2011

Ver, venir, dejarse ir...

Ver, venir, dejarse ir y tenerse allí. Regla de conducta en la vida procedente de Andalucía, en el sur de España.
Se trata de las tres primeras normas elementales de la llamada gramática parda o sabiduría popular, que también se denomina “calle”, o “tener calle”.
En Galicia, en el noroeste de la Península, este saber del pueblo se relaciona con una ironía un tanto gruesa que se conoce como retranca, y es muy útil para conducirse en la vida y salir airoso, si no con ventaja, de situaciones comprometidas.
La escritora Cecilia Böl de Faber, más conocida por su seudónimo de Fernán Caballero, reivindicó esas aptitudes.
Nacida en Suiza, de ascendencia alemana, vivió una buena parte de su vida en España, a pesar de lo cual no logró nunca dominar el español.
Su existencia fue compleja y azarosa. Hay pruebas de que supo defenderse en la vida. Ver, venir, dejarse ir…
Se casó con un capitán de infantería con el que se fue a Puerto Rico. El militar murió. Ella viajó primero a España, después a Alemania y por último otra vez a España, donde se quedaría, se casaría con un marqués y enviudaría de nuevo.
Se volvió a casar, esta vez con un hombre mucho más joven que ella que le sacó el dinero que había heredado del marqués y se fue a Manila.
Tras una seguidilla de enfermedades y malos negocios, el hombre se suicidió.
Después de haber vivido fastuosamente en varios países -entre ellos España y Francia-, viuda por tercera vez, sin un duro, Cecilia recabó y obtuvo la ayuda de los duques de Montpensier primero y de la reina Isabel II después.
Escribió una veintena de libros entre novelas, cuentos y algún poemilla, todo en francés y alemán. Hubo que traducirlo al español. Todo muy flojo.
Se la consideró como la introductora de la novela realista en España. En fin…
Su obra más conocida quizás sea La Gaviota, que algunos calificaron de “pastiche”.

© José Luis Alvarez Fermosel

No hay comentarios: