Muchos escritores de todas las nacionalidades pasaron temporadas en la cárcel por cometer delitos más o menos graves –más bien más que menos-.
Entre los modernos, el periodista español José Ovejero cita a unos cuantos, desde Jean Genet (foto) hasta Frederick Beigbedar. Se dejó en el tintero, lo cual no tiene nada de particular, al estadounidense O’Henry (William Sidney Potter), eximio narrador de cuentos y gran humorista, al que admiraba mucho Borges, que dio su nombre al premio O’Henry de cuentos.
Muchos omitieron referirse a sus trastadas en sus obras, otros las maquillaron y otros las enmascararon, o las justificaron.
Ninguno de ello fue mal escritor por haber sido presidiario. Tampoco vendieron sus obras, ni se hicieron famosos por haber estado en la cárcel.
No es necesario pasar un tiempo entre rejas para ser buen escritor, aunque algunos hayan dado a la luz, en la oscuridad de sus calabozos, libros magníficos.
Muchos escritores deberían ir a prisión por lo mal que escriben. Una prisión “vip” donde no se les permitiera escribir una línea, aunque se tuviera con ellos toda clase de consideraciones y se les facilitaran manuales de estilo, libros y otra documentación, por si pudieran llegar a aprender a escribir por lo menos con calificación de regular, o pasable.
Ovejero no habla del Siglo de Oro español, en el que varios escritores sufrieron encierros prolongados en lóbregas mazmorras: unos con culpa, otros sin ella, entre ellos Cervantes y Quevedo.
De cualquier manera, el colega y compatriota que escribe en El País de Madrid, lo hace muy bien y más que una nota periodística lo suyo es un excelente artículo de corte monográfico que no hay que perderse.
© José Luis Alvarez Fermosel
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