Este que sigue es el sistema ideal para escribir un cuento. Se lo pasó el escritor estadounidense O´Henry a un joven periodista de su misma nacionalidad y él mismo lo utilizó para su relato más famoso, “El regalo de los Reyes Magos”, que los críticos consideraron siempre como uno de los mejores.
“En primer lugar hay que conseguir una mesa de cocina, una silla de madera, unas cuantas hojas de papel en blanco, un lápiz y un vaso. Estos elementos son los soportes. Luego se adquiere una botella de whisky escocés y unas naranjas; llamaremos a esto el suspenso. A continuación echaremos whisky en el vaso, afilaremos el lápiz, pelaremos una naranja y empezaremos a escribir en la primera de las hojas que tenemos en la mesa. Estaremos así en la fase de la ejecución. Tres horas más tarde, vacía la botella de whisky, consumidas las naranjas y escritas varias hojas, tendremos un hermoso cuento. Habremos así llegado casi al final, porque lo único que nos quedará ya será enviar el cuento por correo a la revista”.
Brillante, inquieto, desprejuiciado, heteredoxo, presidiario, dipsómano, William Sidney Potter, que en realidad era farmacéutico, devino escritor y humorista, lo cual no le impidio ser también trazador de planos, pastor de ovejas, fundador de un semanario de humor titulado “The Rolling Stone” y vivir en Honduras. Agítese y sírvase con poco hielo.
La vida de O´Henry fue un cóctel de vivencias, viajes, aventuras, desventuras y, desde luego, de fuerte contenido alcohólico. Lo mató el whisky de centeno el 5 de junio de 1910. Había nacido en Greensboro (Carolina del Norte), el 11 de setiembre de 1862. En el momento de su muerte, a los 48 años, tenía en el bolsillo 23 centavos de dólar.
En Austin (Texas) residió en casa de un amigo por espacio de tres años. Uno de los habitantes de la vivienda era un gato llamado Henry. Todo el mundo se pasaba la vida diciendo “Oh, Henry!”. De ahí surgió el seudónimo de uno de los más eximios cultores del cuento corto, la acción de muchos de los cuales transcurre en Nueva York.
El título del relato “Los cuatro millones” se refiere al número de habitantes de la ciudad a comienzos del siglo XX y al hecho de que cada uno de ellos podía constituir una historia merecedora de ser narrada.
Sus cuentos más conocidos fueron “Un amante tacaño”, “Best seller”, “Vocación mesiánica”, “El regalo de los Reyes Magos” y “El oro que relucía”.
Siempre se dijo que sus narraciones breves prefiguraron a algunos de los mejores escritores norteamericanos, como Truman Capote, J.D. Salinger, Raymond Carver y Tom Wolfe, por no citar sino a unos pocos.
Jorge Luis Borges, que lo admiraba profundamente, sobre todo por los finales imprevistos de la mayoría de sus cuentos, dijo que “Edgar Allan Poe sostuvo que todo cuento debe redactarse en función de su desenlace. O´Henry exageró esta doctrina y llegó así al ´trick story´, al relato en cuya línea final acecha una sorpresa. Ese procedimiento, a la larga, tiene algo de mecánico. O´Henry nos ha dejado, sin embargo, más de una breve y patética obra maestra”.
¿Por qué estuvo preso? En 1891 era cajero del “First National Bank” de Austin. Fue acusado de apropiarse de una pequeña suma de dinero. Por temor a ser arrestado abandonó todo, incluso a su esposa, y se embarcó rumbo a Honduras, vía Nueva Orleáns.
En el país centroamericano vivió casi siete años. Volvió a los Estados Unidos al enterarse de que su mujer, Athol Estes, se hallaba en muy mal estado de salud. Detenido al fin por su desfalco al banco fue juzgado y condenado a cinco años de prisión, que habría de cumplir en la penitenciaría de Columbus (Ohio), pero fue liberado tres años después por buena conducta.
El premio “O´Henry Awards” de cuentos creado en su honor es uno de los más importantes del mundo. Lo han recibido, entre otros, Los escritores William Faulkner, Dorothy Parker, Truman Capote, Saul Bellow, John Updike, Flannery O´Connor e incluso el director de cine Woody Allen.
“En primer lugar hay que conseguir una mesa de cocina, una silla de madera, unas cuantas hojas de papel en blanco, un lápiz y un vaso. Estos elementos son los soportes. Luego se adquiere una botella de whisky escocés y unas naranjas; llamaremos a esto el suspenso. A continuación echaremos whisky en el vaso, afilaremos el lápiz, pelaremos una naranja y empezaremos a escribir en la primera de las hojas que tenemos en la mesa. Estaremos así en la fase de la ejecución. Tres horas más tarde, vacía la botella de whisky, consumidas las naranjas y escritas varias hojas, tendremos un hermoso cuento. Habremos así llegado casi al final, porque lo único que nos quedará ya será enviar el cuento por correo a la revista”.
Brillante, inquieto, desprejuiciado, heteredoxo, presidiario, dipsómano, William Sidney Potter, que en realidad era farmacéutico, devino escritor y humorista, lo cual no le impidio ser también trazador de planos, pastor de ovejas, fundador de un semanario de humor titulado “The Rolling Stone” y vivir en Honduras. Agítese y sírvase con poco hielo.
La vida de O´Henry fue un cóctel de vivencias, viajes, aventuras, desventuras y, desde luego, de fuerte contenido alcohólico. Lo mató el whisky de centeno el 5 de junio de 1910. Había nacido en Greensboro (Carolina del Norte), el 11 de setiembre de 1862. En el momento de su muerte, a los 48 años, tenía en el bolsillo 23 centavos de dólar.
En Austin (Texas) residió en casa de un amigo por espacio de tres años. Uno de los habitantes de la vivienda era un gato llamado Henry. Todo el mundo se pasaba la vida diciendo “Oh, Henry!”. De ahí surgió el seudónimo de uno de los más eximios cultores del cuento corto, la acción de muchos de los cuales transcurre en Nueva York.
El título del relato “Los cuatro millones” se refiere al número de habitantes de la ciudad a comienzos del siglo XX y al hecho de que cada uno de ellos podía constituir una historia merecedora de ser narrada.
Sus cuentos más conocidos fueron “Un amante tacaño”, “Best seller”, “Vocación mesiánica”, “El regalo de los Reyes Magos” y “El oro que relucía”.
Siempre se dijo que sus narraciones breves prefiguraron a algunos de los mejores escritores norteamericanos, como Truman Capote, J.D. Salinger, Raymond Carver y Tom Wolfe, por no citar sino a unos pocos.
Jorge Luis Borges, que lo admiraba profundamente, sobre todo por los finales imprevistos de la mayoría de sus cuentos, dijo que “Edgar Allan Poe sostuvo que todo cuento debe redactarse en función de su desenlace. O´Henry exageró esta doctrina y llegó así al ´trick story´, al relato en cuya línea final acecha una sorpresa. Ese procedimiento, a la larga, tiene algo de mecánico. O´Henry nos ha dejado, sin embargo, más de una breve y patética obra maestra”.
¿Por qué estuvo preso? En 1891 era cajero del “First National Bank” de Austin. Fue acusado de apropiarse de una pequeña suma de dinero. Por temor a ser arrestado abandonó todo, incluso a su esposa, y se embarcó rumbo a Honduras, vía Nueva Orleáns.
En el país centroamericano vivió casi siete años. Volvió a los Estados Unidos al enterarse de que su mujer, Athol Estes, se hallaba en muy mal estado de salud. Detenido al fin por su desfalco al banco fue juzgado y condenado a cinco años de prisión, que habría de cumplir en la penitenciaría de Columbus (Ohio), pero fue liberado tres años después por buena conducta.
El premio “O´Henry Awards” de cuentos creado en su honor es uno de los más importantes del mundo. Lo han recibido, entre otros, Los escritores William Faulkner, Dorothy Parker, Truman Capote, Saul Bellow, John Updike, Flannery O´Connor e incluso el director de cine Woody Allen.
© José Luis Alvarez Fermosel
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