“Vivir adrede” es el título de una de las últimas obras del escritor uruguayo Mario Benedetti, que murió en su Montevideo natal el 17 de mayo de 2009, a los 88 años. La obra fue presentada en la XXX Feria Internacional del Libro de Montevideo. Las delegaciones de Venezuela y Cuba quisieron hacerle un homenaje, que él declinó con la modestia que le caracterizó toda su vida.
“Vivir adrede”. Así vivió Benedetti, no como tantos pasmarotes que viven sin saber que lo están haciendo. Vivió con dignidad y en silencio –no en vano era uruguayo-. Tampoco hizo, como tantos otros con muchos menos méritos, un culto al yo.
Disentíamos en infinidad de cosas, pero teníamos una en común: la obsesión por no importunar al prójimo.
Por eso se ha ido serena y calladamente, en paz con todos y consigo mismo. Nos deja una obra profusa y variopinta que le instaló en un lugar de privilegio y honor de la literatura latinoamericana.
Sólo añadiré que hace un par de años estaba yo una tarde tomando unas cervezas con mi madre, mi mujer y mi hija en un pequeño bar de un barrio popular de Madrid. Hojeaba una agenda Moleskine que me acababa de comprar en El Corte Inglés. Mi hija la tomó en un momento dado y después de mirarla y remirarla por todas partes escribió en la primera hoja el poema de Mario Benedetti titulado “A tientas”, que transcribo a continuación como un homenaje póstumo a su memoria.
Fue un buen escritor. Y un buen hombre, que en fin de cuentas es lo que importa: lo que importa a los hombres buenos, claro está.
“Vivir adrede”. Así vivió Benedetti, no como tantos pasmarotes que viven sin saber que lo están haciendo. Vivió con dignidad y en silencio –no en vano era uruguayo-. Tampoco hizo, como tantos otros con muchos menos méritos, un culto al yo.
Disentíamos en infinidad de cosas, pero teníamos una en común: la obsesión por no importunar al prójimo.
Por eso se ha ido serena y calladamente, en paz con todos y consigo mismo. Nos deja una obra profusa y variopinta que le instaló en un lugar de privilegio y honor de la literatura latinoamericana.
Sólo añadiré que hace un par de años estaba yo una tarde tomando unas cervezas con mi madre, mi mujer y mi hija en un pequeño bar de un barrio popular de Madrid. Hojeaba una agenda Moleskine que me acababa de comprar en El Corte Inglés. Mi hija la tomó en un momento dado y después de mirarla y remirarla por todas partes escribió en la primera hoja el poema de Mario Benedetti titulado “A tientas”, que transcribo a continuación como un homenaje póstumo a su memoria.
Fue un buen escritor. Y un buen hombre, que en fin de cuentas es lo que importa: lo que importa a los hombres buenos, claro está.
© José Luis Alvarez Fermosel
A tientas
Se retrocede con seguridad
uno adelanta manos como un ciego
ciego imprudente por añadidura
pero lo absurdo es que no es ciego
y distingue el relámpago la lluvia
los rostros insepultos la ceniza
la sonrisa del necio las afrentas
un barrunto de pena en el espejo
la baranda oxidada con sus pájaros
la opaca incertidumbre de los otros
enfrentada a la propia incertidumbre
se avanza a tientas / lentamente
por lo común a contramano
de los convictos y confesos
en búsqueda tal vez
de amores residuales
que sirvan de consuelo y recompensa
o iluminen un pozo de nostalgias
se avanza a tientas / vacilante
no importan la distancia ni el horario
ni que el futuro sea una vislumbre
o una pasión deshabitada
a tientas hasta que una noche
se queda uno sin cómplices ni tacto
y a ciegas otra vez y para siempre
se introduce en un túnel o destino
que no se sabe dónde acaba.
© Mario Benedetti
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