lunes, 6 de octubre de 2008

Balada del boludo

Por mirar el otoño

perdía el tren del verano.
Usaba el corazón en la corbata.
Se subía a una nube,
cuando todos bajaban.
Su madre le decía:

No mires las estrellas para abajo,
no mires la lluvia desde arriba.
No camines las calles con la cara,
no ensucies la camisa;
no lleves tu corazón bajo la lluvia, que se moja.
No des la espalda al llanto,
no vayas vestido de ventana,
no compres ningún tílburi en desuso.
Mirá tu primo el recto

que duerme por las noches.
Mirá tu primo el justo
que almuerza y se sonríe.
Mirá tu primo el probo
puso un banco en el cielo.
Tu cuñado el astuto
que ahora alquila la lluvia.
Tu otro primo el sagaz
que es gerente en la luna.
—Tienes razón, mamá —dijo el boludo

y se bebió una rosa.
—No seré más boludo—
y se bajó del viento.
Seré astuto y zahorí—
y dio vuelta una estrella para abajo
y se metió en el subte
y quedaron las gaviotas.
Entonces vinieron los parientes ricos

y le dijeron:
—Eres pobre, pero ningún boludo.
Y el boludo fue ningún boludo
y quemaba en las plazas
las hojas que molestan en otoño.
Y llegó fin de mes.
Cobró su primer sueldo
y se compró cinco minutos de boludo.
Entonces vinieron las fuerzas vivas

y le dijeron:
—Has vuelto a ser boludo, boludo.
—Seguirás siendo el mismo boludo de siempre.
—Debes dejar de ser boludo, boludo.
Y medio boludo,

con esos cinco minutos de boludo,
dudaba entre ser ningún boludo
o seguir siendo boludo para siempre.
Dudaba como un boludo.
Y subió las escaleras para abajo,
hizo un hoyo en la tierra
miraba las estrellas.
La gente le pisaba la cabeza,
le gritaba boludo.
Y él seguía mirando
a través de los zapatos
como un boludo.
Entonces vino un alegre y le dijo:

—Boludo alegre.
Vino un pobre y le dijo:
—Pobre boludo.
Vino un triste y le dijo:
—Triste boludo.
Vino un pastor protestante y le dijo:
—Reverendo boludo.
Vino un cura católico y le dijo:
—Sacrosanto boludo.
Vino un rabino judío y le dijo:
—Judío boludo.
Vino su madre y le dijo:
—Hijo, no seas boludo.
Vino una mujer de ojos azules y le dijo:
—Te quiero.
© Isidoro Blaisten


Isidoro Blaisten nació en 1933 en Concordia, Entre Ríos. Murió en Buenos Aires en 2004. Fue librero y redactor publicitario, de ahí su rapidez y precisión para escribir. En los diarios porteños Clarín y La Nación dejó muchas muestras de su ingenio y maestría narrativa. La revista Sur publicó su primer cuento, “El tío Facundo”
Blaisten fue poeta, por encima de todo. Un poeta inspirado, expresivo y sensible que hizo al humor las concesiones que merece. Su primer libro fue “Sucedió en la lluvia”, al que pronto siguieron “La felicidad”, “La salvación”, “Cerrado por melancolía”, “Anticonferencias” y otros muchos, a cual mejor.
Su antología “Escritos de amor” fue recogida por Alfaguara. Sus cuentos figuran en muchas compilaciones editadas en toda América Latina. Recibió muchos premios, entre ellos el Nacional de Literatura, el Konex y el del Fondo Nacional de las Artes.
Escritor costumbrista, agudo observador y en ocasiones crítico de la sociedad de su tiempo, irónico sin levantar roncha, conmovedor siempre, Isidoro Blaisten fue un escritor de verdad, de los de antes.
No está ausente en él la tradición literaria del Río de la Plata, sobre todo en lo que se refiere al cuento. Una de sus obras –que no puede calificarse de menor- fue “Balada del boludo”, que antecede.

2 comentarios:

Florencia Iglesias dijo...

Buenísimo lo de Blaisten y qué bueno que lo recuerdes en tu blog. Saludos, Florencia.

Anónimo dijo...

Florencia: gracias por tu mensaje. Siempre me gustó Blaisten, a quien tuve el gusto de conocer personalmente. Saludos cordiales.