lunes, 17 de enero de 2011

Intelligentsia

Aquí están. Pertenecen a la “intelligentsia” vernácula.
Están convencidos de que si no son los pensadores laicos que ocuparon el lugar de los sacerdotes, los escribas y augures que guiaron al mundo en el pasado, son sus sucesores, capaces no sólo de diagnosticar, sino de curar los males que aquejan a la sociedad doliente –tan esnob- del siglo XXI, sin más ayuda que su intelecto, su sabiduría y su estilo.
Muchos escriben en revistas de satinadas páginas que salen cada tres o cuatro meses –cuando el editor, que es uno del grupo, consigue el dinero para sacar un nuevo número-.
En esos “magazines” se habla de plumas estilográficas de colección, “haute horlogerie”, joyas, gastronomía para paladares negros, maltas “blended” de por lo menos 12 años de añejamiento, vinos y entre ellos los solicitados varietales tintos –como el apreciadísimo Malbec- de color negro, que manchan la copa de azul violeta, hoteles de 7 estrellas y automóviles super modernos y carísimos.

Deconstructivismo

Hablan de deconstructivismo -¡todavía!-, y naturalmente de Derrida, Phillip Johnson, Bataille, Lacan, James Joyce y la fenomenología husserliana.
Se reunen en nuevos cafés minimalistas del norte de la ciudad; de muchos se dice que son filósofos, pero lo cierto es que se limitaron a estudiar filosofía –alguno terminó la carrera y se dedica a la enseñanza-; se los convoca a catas de vino a ciegas y pontifican sobre “gourmandise”.
Se parecen como una gota de agua a otra al artista de un reciente “spot” que publicita una marca de fernet e ilustra este post.
Esos sabelotodos escriben, por ejemplo: “Baton Rouge, en los Angeles…”. Baton Rouge, en realidad, está en Louisiana, al suroeste del Golfo de México.
Sodoma y Gomorra, además de las ciudades pecadoras, es el título de un libro de relatos, y no de una novela, de Curzio Malaparte. El error fue de un conocido escritor español que publicó recientemente un comentario sobre el autor de Kaputt y La piel.
El verdadero nombre de pila de Voltaire, figura cumbre de la Ilustración francesa, es François (María Arouet), y no Jean Baptiste. Otra equivocación, que no parece propia de un escritor consagrado y premiado, por más catalán que fuera.
La carga de una brigada de la caballería inglesa durante la guerra de Crimea (1) fue inmortalizada por Tennyson, y no por Rudyard Kipling, que se refirió también en verso, cuarenta años después, al Ultimo de la Brigada Ligera. Pero el poema de Tennyson es el que siempre se identifica con ese hecho, el que quedó en la historia. El error, en este caso, es de un escritor argentino.
Suele decirse en América Latina que los europeos –y sobre todo los estadounidenses- creen que Río de Janeiro es la capital de Argentina y Buenos Aires una ciudad de Brasil, o que la Patagonia y Chile son un mismo país.
Pues bien, un periodista argentino que escribe desde hace tiempo sobre “haute cuisine”, viajero, mundano, distinguido, situó recientemente en Cataluña a dos ciudades que pertenecen a Castellón de la Plana, quizás (subconscientemente) movido por el papel preponderante que tiene Barcelona en la boga hispana posmoderna, con el futbolista argentino Messi -que les hace ganar muchos partidos-, y su obsesión por ser la capital de un país separado de España, lo que la “gauche galant” ve con buenos ojos.

Mal “cole”

Pero no hay que asombrarse. Muchas personas que se tienen por cultas dicen conección por conexión, las 14 horas, en vez de las 14 a secas, o las veintiún horas -como se oye en los medios audiuvisuales-, en lugar de las veintiuna, la casi totalidad por casi la totalidad y otras cosas parecidas.
Fueron a la universidad, pero tuvieron mal “cole”. Luego, probablemente, devinieron nuevos ricos y ya no se ocuparon más de lo que hay que decir y escribir bien.
Nadie lo sabe todo, ni lo que no se sabe tiene por qué considerarse como perteneciente a un estamento ancilar. A veces -nos pasa a todos-, no se tiene algo claro, no se está seguro de algo, uno se despista, le informan mal. Es el momento de acudir al diccionario, o a la enciclopedia, o a los libros, o a los que saben.
Pero la soberbia, claro…; la soberbia nos nubla todas las potencias del alma. La soberbia se encuentra en el fondo de todos los errores, dijo John Ruskin.
La mona sigue vistiéndose de seda.

(1) La Guerra de Crimea se libró entre 1854 y 1856 en la península del mismo nombre (sobre el Mar Negro), que entonces pertenecía a Rusia, con la que se enfrentaron Inglaterra, Francia, Turquía y el Piamonte. Rusia, en el cenit de su gloria, perdió la contienda. La carga en Balaclava (una ciudad de Crimea), de 600 lanceros de la Brigada Ligera de la caballería inglesa contra los cañones rusos constituyó quizás el más flagrante error militar de la historia moderna. El encuentro se convirtió en una matanza para la brigada. Apenas hubo supervivientes. Su heroico –y estéril- desempeño fue cantado por los escritores ingleses Alfred Tennyson y Rudyard Kipling. En 1936 se filmó una película con el mismo título del poema de Tennyson, La Carga de la Brigada Ligera, bajo la dirección de Michael Curtiz y protagonizada por Olivia de Havilland, Errol Flynn y David Niven. Ganó un Oscar a la mejor asistencia de dirección.

© José Luis Alvarez Fermosel

Link vídeo: http://www.youtube.com/watch?v=kS5v50HNsPQ

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