jueves, 7 de abril de 2011

Con inclusión de bofetada y toque de trompeta

A ellos les pasó lo que a Gardel, que no hubo ni habrá ninguno que los iguale, no ya que los supere.
Ella no era una “pin up”, una rubia despampanante al uso de la época. Tenía muy buena figura, qué duda cabe, y era muy mona. Lo esencial es que bailaba como una diosa del Olimpo, suponiendo, claro está, que las diosas del Olimpo bailaran.
El era de estatura media, no ya delgado, sino flaco, de rostro anguloso, huesudo, con una sonrisa que le hubiera ido bien a un “clown” de circo, aunque sabido es que los “clowns” son todos muy tristes, por eso beben. El también bailaba como un dios del Olimpo, suponiendo…, etc., etc.
Ella era Ginger Rogers y él Fred Astaire. La escena recogida en el video (ver link) es antológica. Una acabada muestra de la genialidad que caracterizó a esta maravillosa pareja de baile que nos encandiló cuando los vimos la primera vez y siguió encandilándonos todas las veces que los vimos bailar después.
El, ya muy mayor, cuando dejó de bailar, hizo algunos papeles secundarios, de corte dramático. Cuando ella murió yo estaba en un diario e hice su necrológica, recordando que su epitafio debería ser el mismo que el de aquella bailarina de la antigüedad: “Tierra sé leve sobre ella; pesó tan poco sobre ti”.
La escena pertenece a la película Roberta -que luego se llamó “Hard to handle”, cuya traducción del inglés vendría a ser algo así como “Dura de pelar”- dirigida por William A. Seiter en 1935.
Desenfado, alegría, regocijo, chispa, informalidad –el baila en mangas de camisa, con el pantalón atado con una cuerda; ella, con blusa y pantalones- .
Hay un toque de trompeta y una bofetada de guardarropía. Todo esencialmente “cool”. Una de las más divertidas escenas de amor del cine.
Y, desde luego, una genialidad total y aboluta. La excelsitud del arte.

© José Luis Alvarez Fermosel

Link:
http://www.youtube.com/watch?v=UnUfY-URXzA&feature=fvwrel

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